¿Pero es que no se han enterado?
Esa es la pregunta que surge cuando uno ve a los políticos haciendo cábalas que nada tienen que ver con el sentimiento y las necesidades de la ciudadanía. La última es la propuesta que ha entrado en el Parlamento de Cataluña para que se oculte la bandera española en los actos oficiales. Si me lo cuentan no me lo creo. Mi capacidad de entender es enorme, pero hay cosas que escapan a mi comprensión; no voy a enumerar los graves problemas que tiene nuestra sociedad, porque son muchos y evidentes, y con la que está cayendo lo único que se le ocurre a los políticos catalanes es abrir un debate sobre banderas. Pues qué bien, y lo siguiente será sobre la inmortalidad del cangrejo o la tonsura de los seminaristas.
No soy un un furibundo perseguidor del nacionalismo como la derecha españolista (no confundir con el PP) o Mario Vargas Llosa. Creo que es bueno reconocerse en la propia historia, pero sin fanatismos, por lo que tampoco soy un nacionalista militante. Creo en los territorios, las circunstancias y los momentos, y desde luego este no es el momento para hablar de banderas. Debe ser que algunos tienen un solo discurso, que finalmente vemos que nada tiene que ver con el bienestar general, sino con la obsesión por lograr el poder o por mantenerse en él si ya se tiene. En cuanto a la bandera española, creo que olvidan los catalanes que procede de la senyera, de la que se han tomado dos franjas rojas y una gualda. Pero parece que a nadie, ni a los nacionalistas, les interesa la historia. Y ya saben, hay que conocerla para no repetirla.