Rouco no da puntada sin hilo
La verdad es que me resulta cansado volver una y otra vez sobre lo mismo, pero es que quien calla otorga, y el Presidente de la Conferencia Episcopal no da puntada sin hilo. A menudo me pregunto qué pretende con sus palabras, porque siempre está hurgando en la herida y tiene una asombrosa capacidad para presentar a la Iglesia Católica como víctima no sé de qué conspiración. ¿Qué laicidad es la que practica un Estado como el español que está batiendo el récord de visitas papales con el gasto que ello supone? ¿A qué otra religión le cierran medio Madrid para que realice sus reuniones multitudinarias? Ya sabíamos que la culpa es una de las estrategias más utilizadas durante siglos, pero ya no cuela. Los indignados, según Rouco, tienen un problema con su alma. ¿Es que acaso no hay católicos indignados? Nunca habla de los millonarios, de los banqueros y de los poderosos, siempre culpabiliza al de abajo. ¿Es esa la Iglesia de Cristo?
Que el Papa, el Dalai Lama o el Arzobispo de Canterbury viajen y se reúnan con sus seguidores me parece perfecto, pero no echen las culpas de la miseria y el abuso que se vive hoy en nuestras sociedades a los Estados. Rouco dice ahora que el Estado español se mete en asuntos que no le corresponden. ¿Cómo que no le corresponden? Ve la paja en el ojo ajeno pero ignora la viga en el propio. Qué pena que una institución seguida por millones de personas esté continuamente atizando la llama del enfrentamiento. Ya sé que es una perogrullada lo que voy a decir, pero a lo mejor tendría que releer los Evangelios con una mirada más abierta, porque lo escucho y sólo percibo algo parecido al rencor.