Ya sabemos de quién es la culpa
Por si no estaba claro el sesgo neoliberal que está tomando el Tea Party en España, capitaneada por las insondables proclamas de políticos retirados y los sermones culpabilizadores de la jerarquía católica, ahora viene el remache de la mano de la CEOE, cuyo nuevo presidente se ha apresurado a alistarse en la cruzada retroactiva que ya es un clamor. Como siempre, para barnizar la propia ideología, se alude a un estudio que dice exactamente lo que quieren quienes lo encargan. Eso ha hecho la CEOE, que al tratar de la Educación viene a decir entre otros «hallazgos» que la mayor presencia femenina entre los docentes no ha sido bien recibida por todo el mundo, pues al asumir la mujer las labores profesionales y las tareas del hogar, se nota en el trabajo. Ni siquiera se valora el gran esfuerzo de esta sociedad por alcanzar la igualdad jurídica y la lucha porque lo que dicen los papeles se convierta en realidad. Se da por hecho que las labores del hogar son exclusivamente de las mujeres, y mezcla churras con merinas al acusar a las mujeres de la introducción de la jornada continua. EL estudio y su defensa por parte de la CEOE es tan estridente, tan inclinado a la vieja tradición de «la mujer en casa y con la pata quebrada», que parece una parodia. Lo triste es que lo dicen en serio y con esa campaña desde varios frentes (político, empresarial, religioso y mediático) resucitan las viejas ideas machistas. Para este sector tan influyente, definitivamente la culpa de todo la tienen las mujeres, no lo afirman con claridad, pero se deduce de ese goteo de intervenciones que ya es cascada en los últimos meses. También dice el estudio que meter más dinero en educación tiene efectos nulos en la mejora de la calidad. Digo yo que no habrán visto cómo es la calidad educativa en países en los que se invierte en enseñanza un porcentaje mucho mayor del PIB que en España. Y es que para ellos la enseñanza no es una inversión, es un gasto. Entre la entrevista de Aznar, las homilías de Rouco Varela y los estudios de la CEOE, esta semana estoy que no me llega la camisa al cuerpo. Y hay una contradicción en todo esto (bueno, hay muchas, todas): si la presencia docente de la mujer es tan dañina, ¿cómo es que se deshacen en loas a la vieja escuela tradicional en la que la figura de la maestra era casi un icono? Pretendarán que, las profesoras de hoy sean como las maestras de las novelas decimonónicas, solteras (ellos decían solteronas) y entregadas a la enseñanza como si fuesen monjas. Definitivamente, no me está gustando el comienzo de este siglo XXI.
Ahora hay cambios políticos en las instituciones canarias y la gente de la cultura otea el horizonte como los centrocampistas de Matías Prat a ver qué se divisa a lo lejos. Nada. Hace treinta años que estamos pendientes de que se realice el despegue de eso que llaman cultura canaria, se han realizado congresos, encuentros y septenios y siempre el propósito no pasa de ser proyecto. Lo que enrama uno lo desenrama el otro, y la gente pone el grito en el cielo cuando se habla de sacar dinero público para apoyar a la cultura. Siempre es una miseria cuando se trata de hacer cosas productivas, y cuando hay dinero grande se gasta (malgasta) en grandes fastos o pagando cachés copiosos a los que vienen de fuera. No hay dinero para apoyar la música popular y aparecen grandes cifras para que actúen Sting, Alejandro Sanz o Shakira. La capitalidad cultural se apoya con novelistas extremeños, poetas catalanes y ni siquiera se acuerdan de utilizar la memoria de Galdós (para uno grande reconocido que tenemos…) Tampoco hay problema cuando se apoya el deporte o cualquier otra actividad, se mete dinero público y todo el mundo aplaude. No hay un Instituto Canario del Libro, una editora-distribuidora potente, una compañía profesional de teatro o de danza… Dicen que cuesta mucho dinero y luego se gastan más en burradas que ni siquiera tienen reflejo exterior. No es la costumbre de la queja, es la legitimidad de la crítica, porque no se entiende que una sociedad que quiere tener personalidad propia menosprecie lo único que se la puede dar: la cultura, que es mucho más que romerías. Por eso lo critico.