Ahórrese el discurso de investidura
Señor Rajoy: Muchos han criticado su silencio en estos días anteriores a su llegada a La Moncloa, y que haya informado antes a los dirigentes extranjeros que a las Cortes Generales. No sé qué decirle, pero después de lo ocurrido el pasado jueves por la noche queda claro cual es su propósito: silenciar las voces discrepantes y acabar con el Estado de Bienestar. Lo primero se deduce por la forma torticera en que se ha negado a Amaiur la formación de un grupo parlamentario, cuando siempre se ha interpretado el reglamento de manera más generosa. Amaiur no me da pan ni pescado, pero si tiene siete diputados será porque alguien les votó, y puestos a ser constructivos es precisamente a formaciones como Amaiur a las que hay que oír para tratar de llegar a acuerdos. Pero no; se les restringe la voz y de paso ahogan casi en el silencio a las fuerzas pequeñas del grupo mixto. Ahórrese el discurso de investidura, ya sabemos que la cosa va de rodillo, lo cual creará problemas allí donde no los hay. Para empezar, ya los de Amaiur tienen una coartada para armar jaleo. Como lo suyo es recortar, le digo que eso aumentará el paro y hará mermar el consumo. Botín, el superbanquero, ha dicho que lo urgente es reducir el déficit público. No, amigo, lo urgente es reducir el paro, y cerrando el grifo aumentará el desempleo y el que sobreviva lo hará en precario. Merkel y Sarkozy predican una receta que no funciona, y a medio plazo acabarán notándolo también en Francia y Alemania. Mientras no se demuestre lo contrario, Keynes sigue teniendo razón, y a los hechos me remito (miren cómo Estados Unidos hace lo contrario, y empieza a recuperar), salvo que todo esto sea una conspiración y ahora empiecen sus amigos a mover el dinero que han acumulado. Pero no se fíe, el dinero no tiene amigos, y lo mismo se van a invertir a China. ¿Que no le doy los cien días de cortesía? Claro que no, tiene usted elementos por ahí que les das cien días y desecan el Amazonas.