Desnudos bajo la lluvia
Empieza a llover sobre mojado y volvemos a a tiempos de anorak sociológico. Hace unos años, cuando contaba a gente más joven algunas de las estupideces y barbaridades de la etapa franquista, solían asombrarse, porque no les cabía en la cabeza que fuese mal visto, o incluso perseguido, algo tan neutro como estar cuatro amigos hablando en la calle después de las 10 de la noche, pasear con la novia de la mano, cantar determinadas canciones o leer ciertos libros. No sé qué dirán ahora, porque estamos empezando a vivir una época parecida, y contra eso hay que rebelarse. Aparte de la injusticia del desmantelamiento del Estado de Bienestar y el abuso económico que soportan los más desfavorecidos, estamos viendo actitudes e incluso actuaciones que son claramente represivas y que no casan con una sociedad supuestamente democrática. Mientras tanto, la jerarquía eclesiástica española parece recién salida del Concilio de Trento, como si hubiera viajado a través del tiempo. Hoy Tarancón sería excomulgado. Y luego está la censura, pues no es solo la oficial la que funciona, hay otras que se manifiestan con el silencio porque si se dice tal o cual cosa peligra el pan (no se dice lo que no se quiere decir, pero no se puede expresar todo lo que se piensa). Habrá que empezar a mostrar el pensamiento sin trabas como reivindicación del albedrío, para impedir que acaben por dejarnos el cerebro desnudo. Y eso sí que no. Hay que salir aunque llueva.
El nacionalismo canario es una especie de nebulosa que se confunde entre los que se autoproclaman como tales y los que desde otra línea tratan de unir este tiempo con el post-romanticismo de Nicolás Estébanez y Secundino Delgado. Al final, se desconoce en profundidad la obra y el credo de estos dos pioneros del independentismo, y no solo porque no interese su difusión, sino porque es un pensamiento para un tiempo que dista ya más de un siglo y desde lugares tan lejanos como París o Caracas. Cubillo trató de unificar y actualizar ese pensamiento, y en ello invirtió su vida política, que incidió en su forma de sobrevivir en las últimas tres décadas. Hay mucho por saber sobre esta figura y sobre los hechos que se produjeron a su alrededor a veces impulsados por las cloacas del estado. Cubillo entra definitivamente en el mito y probablemente ahora empezaremos a saber más sobre su vida y su pensamiento. Opiniones habrá a favor y en contra, pero siempre es bueno conocer nuestra historia, y Cubillo es sin duda un referente de un momento concreto de nuestro pasado reciente.