Mover la pelvis
Ya sabemos para qué se han montado las megaempresas de la comunicación. Es evidente que para retransmitir fútbol y para cotillear sobre los personajillos sin oficio ni beneficio que pululan por la prensa del corazón. Eso es lo que produce audiencias y por lo tanto dinero, y nos dicen machaconamente que eso es lo que el público quiere, pero no es así, porque el día que se empeñen en que veamos en hora punta un documental sobre la cría de gusanos de seda, pues a lo mejor lo vemos. Así que este furor televisivo del fútbol y el cotilleo es inducido, y produce por lo visto mucho dinero, que pagamos todos, porque proviene de la publicidad y esta se incluye en el precio de las cosas. Aunque usted no vea los programas del corazón o los partidos de fútbol, cada vez que compra un yogourt o una camisa, indirectamente está contribuyendo a mantener la orgía de pasta indecente que cobran unos y otros. Y como son fuente de un gran negocio mediático, se pagan cifras astronómicas por un futbolista, y se le mantiene el ritmo de la estupidez a las dos docenas de belillos y mentecatos que se casan, se divorcian, se lían y se deslían. De manera que el futuro está en mover bien la pelvis, bien sea en una cancha o en una cama. La universidad, para los desgraciados sin visión.
Cada día nos levantamos con la idea de que es un día más, un fastidio, tenemos que ir a trabajar y aguantar hasta que volvamos a casa. Pero no es así, cada día es un regalo, algo con lo que no contábamos (o no debiéramos) y que sin embargo está en nuestras manos para que lo usemos. José Luis Cuerda hizo hace unos años la película más fantástica y curiosa del cine español en varias décadas; me refiero a Amanece, que no es poco, que pasa por ser un disparate. Y resulta que no, que aunque es muy divertida, es una película muy seria, hasta el punto de que el sol acaba saliendo por el oeste, cosa bastante irregular y contra natura, pero sale, que es lo importante, y en esa escena se resume toda una filosofía de vida, el famoso carpe diem de los latinos, vive el momento, porque mañana lo mismo el Sol no sale por ninguno de los puntos cardinales; y aunque salga por el oeste, amanece, que no es poco.