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Prohibido llamarse Lenin


Les aseguro que lo que aquí se cuenta no es coña, aunque lo parece. Como no hay asuntos graves y urgentes a los que dedicarles tiempo, el Gobierno marea perdices para que la gente se entretenga mientras ellos siguen laminando el Estado de Bienestar que tanto trabajo costó conseguir. Ahora salen con que en el registro civil se prohíbe apuntar a un niño como Lenin, y a los sudamericanos que se llaman así (allí abunda el nombre) se les obliga a cambiárselo. Aparte de la cortina de humo que esto significa, es claramente un atentado contra la libertad de expresión, e incluso contra leyes que provienen de 1977, zzLenin_CL_Colour[1].jpgque permiten imponer cualquier nombre siempre que no se atente contra la dignidad (se puede imponer a un bebé nombres como Próculo, Canuto o Kevin Kostner de Jesús, pero no puede llamarse Lenin). El argumento para prohibir este nombre en concreto es que no lo es en realidad, puesto que el dirigente de la revolución rusa se llamaba Vladimir Illich Ulianov, y lo de Lenin era un apodo que parece ser le impusieron por algún episodio de su vida relacionado con el río Lena, si bien él procedía de la cuenca del Volga. Decir Lenin, es como decir Gallego, Valenciano, Castellano, Navarro o cualquier apellido que denote lugar de procedencia, puesto que en su origen seguramente estas denominaciones fueron apodos que indicaban de dónde venía esa persona y luego apuntaron a sus hijos con esa palabra, que sustituía a la original, casi siempre un apellido judío en tiempos de persecuciones y expulsiones. Hay apellidos que provienen del aspecto físico (Rubio, Moreno, Castaño, Delgado, Gordo), de profesiones (Molinero, Panadero, Trapero), de lugares (Toledo, Zamora, Sevilla), pero esa procedencia no crea la misma confusión que la de asociarse con el río Lena. Dice el Gobierno que Lenin da lugar a confusión porque no se sabe si es nombre o apellido; con ese argumento, habría que prohibir docenas de palabras que funcionan indistintamente como nombre y apellido: Felipe, Alonso, Borja, Luis, Gonzalo, Miguel, Gabriel y un larguísimo etcétera. Como se les ve el plumero y hasta el penacho, lo próximo será impedir que los niños se llamen Fidel, Hugo, León, Emiliano o Ernesto, no vaya ser que el nombre imprima carácter y se nos llene esto de Trostkis, Zapatas y Che Guevaras.

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8 de Marzo: Día de la Mujer

Decía Saramago que los negros, los asiáticos, los homosexuales, los inmigrantes y todas las minorías injustamente tratadas no son iguales. Son diferentes, y es esa diferencia la que hay que respetar por encima de todo.
Por otra parte, es irrenunciable la igualdad jurídica, social y doméstica de mujeres y hombres. Es decir, respeto y justicia. Hay que seguir, queda mucho camino.

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¡Felicidades a todas la mujeres!
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Bárcenas y los euromillones


zzz26170082_n[1].jpgLa secuencia del proceso contra Bárcenas es muy parecido a la quiniela primitiva, la bonoloto y, en este caso, por lo del dinero en Suiza, a la del euromillón. Primero eran diez millones, luego se convirtieron en veintidós, ahora va por treinta y ocho y no podemos estar seguros de que el bote no siga acumulándose. En cada paso, en cada declaración, en cada exclusiva mediática aparecen nuevos millones y la cifra se va hinchando como la del sorteo del gordo de la primitiva. De vez en cuando, en la lotería real, hay un elegido de la fortuna y se lleva toda la recaudación de semanas e incluso meses, y vuelta a empezar, poniendo botes uno encima de otro; en el caso Bárcenas, uno tiene miedo de que un papel a destiempo, cualquier actuación que contraviene una ley de la que ya nadie se acordaba o un error estúpido hagan que ese dinero se volatilice y todo quede en nada, y así ni bote ni premio, ni millones. Con lo de Urdangarín ocurre algo parecido, e incluso con la trama Gürtel, van y vienen cifras, cobros ilegales, facturas extrañas y al final puede ocurrir que sea la palabra de uno contra la de otro, y nadie cobrará el premio (en este caso el castigo) porque no está claro que el boleto sea correcto. Y en este momento de crisis económica, resulta que vivimos la fanfarria indecente de esa lotería corrupta que no sabemos si finalmente se cobrará.