La dictadura democrática
Cuantos más mitos pongamos alrededor del poder más nos alejamos de la democracia. Los mitos han sostenido el poder desde los dioses asirios y babilónicos, las deidades griegas y romanas, el César convertido en dios y las monarquías medievales cuya legitimidad se hacía provenir de Dios y que convertía a los reyes en seres extraordinarios, inviolables y superiores. Con la Revolución Francesa este edificio mitómano se vino abajo en la teoría, pero en la práctica se transformó, pues luego vinieron Napoleón, Hitler, Stalin, Mao y muchos poderosos demócratas que a la postre han hecho tanto daño a la libertad y a la democracia como los tiranos etiquetados. Lo mitos de la divinidad que derramaban autoridad sobre algunos mortales escogidos se sustituyen por otros, si bien la religión sigue alimentando la mitomanía en tiranía o en democracia. Me dan miedo estos tiempos, supuestamente democráticos, en los que se milita en el nacionalismo a ultranza, en la suprema unidad de la patria, en el ecologismo irracional o simplemente en un tipo de música que crea maneras de vestir, y se materializan distintos «pensamientos únicos» (el que no piense como yo está en el error o es un traidor). Acaso hayamos llegado a lo que hace una docena de años se dio en llamar dictadura democrática.