Maria Callas y el descubrimiento del chicle
Hoy, la mítica cantante María Callas cumpliría 90 años. Como homenaje a su voz única adjunto un fragmento de mi novela El baile de San Pacual, que forma parte del libro Tríptico de fuego (2008), que contiene tres novelas cortas. Trata de una visita que hace medio siglo hizo a Gran Canaria la gran diva de la ópera, en el yate del millonario griego Aristóteles Onassis. El episodio del chicle, que podría sonar a pura fantasía, ocurrió realmente en el sur de Gran Canaria.
«… Al entrar en el patio de la casona donde aún se balanceaban los sillones de remo donde Doña Irina les leía, Marina recordó el día en que vino a Pozo Grande el hombre más rico del mundo y ella descubrió el chicle. Doña Irina había salido al encuentro de su marido, que acaba de llegar en su Ford gris plata en compañía de una pareja que fondeaba su yate en el puerto de la capital. La visita a Pozo Grande de los amigos de los amos se había anunciado como rumor salido de la casona desde hacía muchos días, y los aparceros esperaban con expectación ver de cerca al hombre más rico del mundo, que tal vez pensaran ver recubierto de oro.Y así lo esperaba Marina, pero sólo pudo ver fugazmente, desde el bosquecillo de pinos donde se había escondido, a un hombre corpulento y adusto que desapareció en la casa mientras ella miraba con envidia al niño preferido de Doña Irina, que se remaba en el sillón con la Biblia abierta como compañera de asiento.
La dama que acompañaba al hombre más rico del mundo, dueño de muchos barcos y quien sabe de cuantas cosas más, era una mujer delgada, con los ojos enormes y una sonrisa tierna y estridente en su boca amplia. La amistad con los amos le venía a la pareja de la coincidencia en el canto de la ópera de Doña Irina con aquella mujer vestida de blanco que se acercó hasta el sillón de remo donde el niño predilecto la miraba con los ojos abiertos en desmesura. Marina la percibió desde su escondite como una mujer afable y cariñosa, tierna, lejos de la idea que de ella se habían formado. Le habían dicho que era la cantante de ópera más famosa del mundo y que su voz estaba en los discos que Don Pablo ponía en la radiogramola que a veces se oía desde la carretera. Doña Irina le presentó al niño y ella le dio un beso maternal. Marina sintió envidia, pero siguió escondida porque estaba fascinada por la elegancia de la mujer, que dio al niño un chicle, y luego, cuando Doña Irina la descubrió entre los pinos, también ella probó por primera vez la rosada goma que tanto la impresionó. El chicle de la dama era el primer signo de progreso que llegaba a Pozo Grande…»
Lo que está sucediendo en este país no es preocupante, es alarmante. La única diferencia con la ola de fundamentalismo que arrasa Irán, Afganistán, Irak, Arabia Saudí, Rusia o Estados Unidos es que aquí todavía queda un resquicio para denunciarlo, aunque al paso que vamos no sé por cuanto tiempo. De repente, las fuerzas conservadoras (es una tibieza llamarlas así, mejor sería decir, reaccionarias) se han echado la camisa por fuera y atacan en tromba, como los equipos de fútbol que intentan impedir que el otro arme juego, y lo hacen de forma marrullera, dando leña, tirando en fuera de juego y con el árbitro a favor. No voy a describir con detalle el panorama social, laboral, educativo y de toda índole que se ha ido generando paso a paso en los últimos años. Pero es desolador, y el que no quiera verlo es porque está ciego o enganchado a la teta dominante. Y eso es lo que quieren, que nos bajemos los pantalones. Todos los avances que habíamos ido arañando en tres décadas muy duras pero muy esperanzadoras se están yendo al traste. Sólo falta que, por decreto, se vuelva a instaurar el Santo Oficio, si es que de alguna forma no existe ya. Al lado de estos, el Cid Campeador y el Capitán Trueno era unos liberales.