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Con La Iglesia hemos topado

En el asunto de la sentencia de los crucifijos en las aulas, con La Iglesia hemos topado. Ya, ya sé que esta frase atribuida a Cervantes en el Quijote no aparece así en el texto (dice «con la iglesia hemos dado»), y no está claro que Cervantes se refiriera al poder temporal de la Iglesia, sino al templo del pueblo que buscaban con la mirada y que Don Quijote no lograba ver mientras aludía a su mala visión. Pero, venga de donde venga esta dislocación cervantina, ya es adagio popular y en este caso sí que se refiere al enorme poder de la Iglesia en los reinos cristianos hasta la Reforma luterana y la separación de la Iglesia anglicana. Luego, Roma ha seguido teniendo mucha influencia en los estados católicos, y de ello hay muchos ejemplos en la Alemania del Sur, en lo que fue el imperio Austro-húngaro, en Francia y especialmente en Italia y en España, pues aún en estos dos países La Iglesia Católica se pronuncia como si fuese la depositaria del poder, tratando de incidir en leyes civiles y en la convivencia democrática.
z44.jpgLas religiones son manifestaciones íntimas de las creencias personales, y elementos no sólo respetables sino defendibles dentro de la libertad individual de cada cual. Otra cosa es aplicar credos religiosos a la colectividad, lo cual se parece mucho a los estados teocráticos de otras religiones. Son sangrantes los mencionados casos de España e Italia, donde hoy el Vaticano parece tener patente de corso como en otros tiempos lo tuvieron cardenales tan famosos como Acquaviva, Mendoza o Cisneros. Tener el apoyo de uno de esos príncipes de La Iglesia podía valer un trono y hasta la adjudicación de otros si lograban el apoyo final de Roma. Y esto también ocurrió en Francia, donde la memoria de Richelieu y Mazarino ha quedado en la historia de los poderosos, pues manejaban al rey como si fuese un títere. La reivindicación de la laicidad se toma como una blasfemia, y dicen que se condena a la religión a la invisibilidad. Pues eso, es que es algo privado. Francia lleva un siglo tratando de sacudirse esa influencia eclesiástica, que con la Revolución Francesa no se extinguió rápidamente como la monarquía, y sólo empezó a hacerse real a principios del siglo XX. El Vaticano no va a quedarse quieto ante esta sentencia de Estrasburgo, y por otro lado la Europa que pretende recomenzar el 1 de diciembre debe pelear por la convivencia de credos, es decir, por la libertad religiosa y por la laicidad de la vida democrática. Va a ser interesante y curioso, como el combate por el título de dos pesos pesados.

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Caín y Abel

Dos grandes escritores acaban de publicar nueva novela. Uno de ellos es Saramago, que con su libro Caín reescribe el Génesis como en otra de sus obra hiciera con los Evangelios. El otro es Muñoz Molina, que ha escrito La noche de los tiempos usando como hilo conductor el exilio español a causa de la guerra civil. Un exilio determinado, no de forma general como veremos.
acainabel.jpgEl protagonista de la novela de Muñoz Molina se llama Ignacio (fuego) Abel (efímero), y es curioso que en este otoño los nombres de Caín y Abel sean casi una moda, seguramente por su significado bíblico en la lucha entre el bien y el mal o por las interpretaciones interesadas que a esta historia mosaica se le ha dado durante siglos. Con Saramago no hay duda, él siempre ha invertido los términos y ha dicho que el hombre ha creado un Dios a su imagen y semejanza. Es Saramago en estado puro, y por eso la Iglesia portuguesa pide su excomunión y un diputado conservador lusitano afirma que siente vergüenza de ser compatriota del Nobel. Aquí iría aquello de solidarizarse con el Premio Nobel, pero creo que sería presuntuoso por mi parte, Saramago no necesita apoyos mediáticos puesto que se apoya en su propio argumentos y desde luego sabe defenderse muy bien. Pero si le hiciera falta, que no creo, tiene mi apoyo disponible.
Muñoz Molina por su parte es para mi gusto un escritor de matices. Cuando hablamos del exilio de la guerra civil española pensamos en quienes se tuvieron que marchar en el 39 al final de la guerra. Pero hay otro exilio, también ocasionado por la guerra, que se produce al comienzo de esta, en 1936, y es la de quienes, viendo que en cualquier caso lo que venía era un matanza, se quitaron de en medio y no volvieron nunca más, como Pedro Salinas , Arturo Barea y como probablemente habría hecho Lorca de no haber sido asesinado. No quisieron tener nada que ver con la sangre, y aunque muchas veces se les ha acusado de medrosos o de no estar comprometidos, lo cierto es que su compromiso no era desde luego con la violencia, la sangre y la barbarie que es toda guerra. Es otra forma de verlo, y de eso es de lo que va la novela de Muñoz Molina, para la que hay que tener gran potencia de brazos para sostenerla y mucho tiempo para leerla (1.000 páginas).
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(El cuadro Caín y Abel es de Tiziano)

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¡Huy lo que han dicho en Estrasburgo!

La Corte de Derechos Humanos de Estrasburgo dice en una sentencia que la presencia de crucifijos en las aulas supone una violación del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y una violación de la libertad religiosa de los alumnos. ¡Ay mi madre, lo que ha dicho!
La cruz no fue un símbolo cristiano desde el principio, pues los primeros cristianos tenían como símbolo el pez (San Pedro era pescador), y así aparece grabado en los primeros textos y en las paredes de las catacumbas romanas. Más tarde se adoptaron otros, como el Crismón, que aún aparece en los escudos vaticanos, y finalmente la cruz de forma obligatoria.
zsimbolos.JPGEntre la leyenda y la historia se narra que el emperador Constantino el Grande tuvo una visión antes de una batalla en el puente Milvio. Vio una cruz contra el sol y luego soñó que ese debía ser su estandarte porque una voz (otros dicen que una leyenda escrita entre las nubes de su sueño) le dijo que con aquel signo vencería. Venció y declaró el cristianismo como religión oficial del imperio. Esto es muy largo porque lo cierto es que ya el cristianismo era la religión mayoritaria en Roma, que pasó de ser perseguida a ser obligatoria.
Y de ahí viene todo, se impone el cristianismo y no seguir ese credo podía costar incluso la vida. Y siempre es lo mismo cuando las religiones se convierten en instrumentos de poder. La jerarquía eclesiástica siempre tiene cara de reproche y sólo está contenta cuando controla el poder. Independientemente de que el libro sea bueno o malo, lo cierto es que desde que apareció El Código Da Vinci la Iglesia parece más cabreada todavía, y en España la tenemos en la calle con obispos encabezando manifestaciones. Tampoco va a gustarles la película de Amenábar. Y una sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo no es una ocurrencia de barra de bar, es un hito histórico porque es la primera vez que una institución democrática de la vieja Europa hace un dictamen contrario a la opinión del Vaticano. No se trata de ninguna persecución (que será como la venderán en las homilías y en los medios), es un paso fundamental a favor de la libertad individual, también de los católicos, a los que se les protege en su credo, que es libre pero que nunca debe ser impuesto.