Jurados gandules y cobardes
Hace unos días comentaba la poca imaginación y la escasa capacidad de riesgo de los jurados de los premios literarios más sonoros de nuestra lengua. Cuando hay uno que se atreve a premiar a un escritor, van todos detrás a darle otro premio, como si ya los anteriores le hubieran hecho el trabajo y así no tener el trabajo de pensar.
Y ha vuelto a ocurrir, ahora con José Emilio Pacheco, que no es que no se merezca el Cervantes como hace dos semanas el Reina Sofía, es que ya suena a coña. Pues resulta que el gran autor mexicano lleva muchos años ahí, siendo un primer espada, y nunca contaba en esta parte del Atlántico. De repente, le llueven los premios, como si alguien acabase de descubrirlo. Hombre, un poquito de orden, que hay más nombres grandes en la literatura, y si este año tocaba en América, pudiera haber sido el de Nicanor Parra, que en este caso están empeñados en no premiarlo, cuando es uno de los poetas más grandes de nuestra lengua ¡y tiene 95 años! Cada vez que deciden dárselo a un chileno, lo bordean y le cae a Rojas o a Edward.
Por otra parte, hay que decir que José Emilio Pacheco es desde hace décadas un clásico en vida, hasta el punto de que muchos lo daban por muerto si no miraban la fecha de nacimiento en la solapilla de sus libros. Ya sé que querían honrar al poeta por su 70 cumpleaños, pero si tocaba premiar a México podrían haberse acordado de Carlos Monsiváis, que tiene 71 y una obra intelectual digna heredera de la de Alfonso Reyes. Además, con José Emilio Pacheco este asunto llega al paroxismo, porque de no contar para nada, en media docena de años se los han dado todos. Está claro, el año que viene le cae el Príncipe de Asturias, el único que le falta en castellano.