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La novela es ficción o no es

Con motivo de la aparición del artículo de José María Ridao sobre la persistencia de la novela realista, tengo que decir que estoy completamente de acuerdo con sus planteamientos, porque una cosa es la verosimilitud y otra la veracidad.
Escanear0002.jpgLa novela es ante todo ficción -diría que e puramente ficción- aunque a veces aparezcan personajes reales o históricos, pero nunca una novela que se precie trataría de ser una tesis doctoral. Y eso es lo que pretenden algunos novelistas actuales, que en lugar de crear ficciones y ambientes en determinadas circuntsnacias históricas, como hicieran Galdós o Tolstoi, se empeñan en proclamar que aquello ocurrió de verdad y que es tal y como ellos lo cuentan.
Cabe preguntarse entonces si lo que pretenden es escribir una novela, que no es otra cosa que una exégesis de la realidad, pero no la realidad misma. Ni Greaves en Yo, Claudio, ni Marguerite Yourcenar en Memorias de Adriano, ni Galdós en sus Episodios Nacionales intentaron convencernos de que aquello era exactamente así, porque hacía ficción verosímil, novela en suma. Porque si lo que se quiere es mostrar a Claudio, a Adriano o a Napoleón en la realidad, con apoyos documentales y rivalizando con los catedráticos de historia, lo mejor que es escribir una biografía, y aún así, al que es novelista se le nota la patita, como le ocurrió a Stefan Zweig cuando escribió la biografía de María Antonieta.

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Saramago y La Biblia

Escanear0003.jpgLa Biblia ha sido siempre fuente de inspiración para los escritores, no en vano cada uno de sus personajes o historias conforman un conglomerado de mitos que pueblan el inconsciente colectivo de la cultura occidental. A veces los relatos se valen de La Biblia para hacer anclajes y crear ficciones, otras se agarran a sus míticas figuras para trasladarlas a nuestro tiempo, y otras veces, como ha hecho Saramago, se propone la reescritura del relato, moviendo como secuencia alternativa las consideraciones del autor. Lo ha hecho en su nuevo libro, Caín, como lo hiciera hace unos años con El Evangelio según Jesucristo, libro que por cierto fue el detonante de que el novelista se fuese a vivir a Lanzarote, dejando atrás su Portugal inquisitorial que renegaba de esa novela. Con Caín Saramago recrea un episodio importante de El Génesis, pero es simplemente una disculpa para crear un sistema de pensamiento en el que hace otra lectura de los mitos del Bien y del Mal. Muchos dirán que no se entiende cómo un ateo confeso vuelve una y otra vez sobre un libro religioso; pues porque La Biblia y el Cristianismo son dos factores que están en el origen de nuestra civilización judeocristiana, y uno de sus baluartes más significativos, La Iglesia Católica, no ha cesado en dos mil años de influir en la vida de las personas, sean o no creyentes. Por lo tanto, aunque Saramago no sea creyente, La Biblia le concierne.

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Admiraciones

Cuando uno encuentra personas como Aminatou Haidar sólo puede admirarlas. Porque son de una pieza, fieles a sus convicciones y que llevan sus ideas hasta sus últimas consecuencias. Se dice que unas veces tienen éxito y otras fracasas. No es cierto, siempre queda de ellas una estela que va haciendo que las cosas cambien. Son las personas que luchan toda la vida que decía Bertol Bretcht.
zav6.JPGEn nuestra vida cotidiana también hay personas así, que siempre están donde deben estar. También son admirables aunque sea anónimas. No son admirables la mayoría de las personas que son subidas a un pedestal en nuestra sociedad. Yo admiro a las mujeres trabajadoras, a los hombres que siempre están ahí, a quienes no esperan gran cosa de la vida y sin embargo cumplen con la sociedad y con los suyos. Son los que plantan las raíces del futuro.
Hay quien tiene talento para algo, y por ello se le admira. Yo respeto a los talentosos que trabajan, pero no los admiro, porque ese talento ya veía en el frasco. No admiro a Picasso, ni a Federer ni a García Márquez. Me deslumbran sus logros y en todo caso admiro la persistencia para emplear bien el talento. Pero sobre todo admiro a gente como Aminatou Haidar, que con sólo su pequeña humanidad se enfrenta a un monstruo de muchas cabezas.