Sin memoria no hay futuro
Acaba de ser archivada la denuncia sobre las desapariciones del franquismo en Canarias que fue presentada por la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas. No soy experto en Derecho y pienso que tal vez para que eso haya sucedido existan razones o carencias jurídicas, pero lo que sí tengo claro es que cerrar las heridas en falso es malo, porque el futuro es siempre la proyección de la memoria del pasado.
Los terribles hechos que sucedieron durante la guerra civil y la postguerra se convierten así en una nebulosa que puede ser obviada porque sin resoluciones firmes se aproxima en el pueblo a la consideranción de mito, y ya sabemos que los mitos son tema de conversación pero no de rigor histórico. En Canarias hubo crueldad, venganza y sangre escondida en pozos, simas y acantilados, como en toda España; y esas heridas siguen ahí, esas personas continúan en el limbo y merecen que se reconozca su asesinato y como seres humanos pertenecientes a una cultura determinada un entierro digno.
Después de la Ley de Memoria Histórica estos procesos han recorrido un camino extraño, con paradas en la Audiencia Nacional, presiones políticas en las alturas y la remisión posterior a los juzgados de los lugares donde se habían presentado las denuncias. De esta manera, la ley se ha convertido en papel mojado, pero es necesario terminar esa labor porque lo merecen los muertos, lo necesitamos como sociedad y es imprescindible para la vida libre y democrática de las futuras generaciones. Volver a sepultar a nuestros muertos en una tumba desconocida puede ser el comienzo del olvido y de que acabemos un día por ignorar quienes somos.