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El invencible Nelson Mandela (Invictus)

Hace hoy 20 años que fue liberado Nelson Mandela de Robben Island, la isla-cárcel que está frente a Ciudad del Cabo, después de 27 años de prisión. Firmó su liberación el nuevo presidente sudafricano Frederik Willem de Klerk, que había sustituido al segregacionista Pieter W. Botha. Klerk entendió que se acercaba un tiempo nuevo y que la supremacía blanca tenía que dejar paso a una auténtica democracia igualitaria.
zm4.jpgNelson Mandela abandonó Robben Island cargado de prestigio, pues si bien había practicado la lucha armada como última alternativa, acabó por entender -y lo que es más importante, que los demás entendieran- que la resistencia pacífica es un arma muy poderosa. Claro que, para practicarla hay que tener mucha fe, mucha paciencia, una resistencia infinita y una fortaleza de ánimo casi más allá de lo humano. Mandela tenía todo eso, forjado a base de sufrimiento, pero sobre todo tenía las ideas muy claras y un talento político sólo comparable a su tremenda humanidad. Con tanto dolor a sus espaldas, es casi imposible encontrar una foto en la que no esté sonriendo.
Ahora que se estrena la película Invictus, no debemos dejarnos llevar por la espectacularidad del cine, porque la figura de Mandela es un símbolo más poderoso que la fanfarria de una banda sonora. Y digo esto sin haber visto aún la película, contando con que será buena como suelen ser todas las dirigidas por Clint Eastwood, y sabiendo que Morgan Freeman, haciendo de Mandela, estará tan bien como siempre. Pero Mandela es mucho más que un personaje de cine. Trato de hacer memoria y no consigo encontrar una figura histórica de su envergadura en muchas décadas hacia atrás, y eso que me he fijado en Gandhi, Teresa de Calcuta, Luther King, todos buscadores de la libertad desde la no violencia. Tal vez la diferencia es que Mandela se hace grande en el sufrimiento y esto lo convierte en invencible. Hoy, 4 de febrero, es un día para celebrar al gran Nelson Mandela, en sus 92 años duramente forjados.

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La marmota Phil

Ya sabemos que el mundo es muy grande, que existen muchas culturas y que en cada una de ellas hay costumbres curiosas. Bueno, curiosas para los demás, porque para cada cual lo suyo es lo verdadero, y se atiene a normas ancestrales o por lo menos muy dilatadas en el tiempo. Que sucedan cosas que nos parecen curiosas en Uganda, en Nueva Guinea-Papúa, en los atolones Tuamotu o en una perdida aldea de Mongolia es normal, porque llevan siglos inmersos en otro tipo de vida y costumbres; lo que más me sorprende es lo curioso que sucede en nuestro ámbito occidental.
zmarmota[1].JPGY los norteamericanos me sorprenden constantemente, o al menos despiertan mi curiosidad, porque son europeos trasplantados (los indios fueron casi exterminados) y en el último siglo y medio han hecho un imperio, han patentado más de la mitad de los inventos o avances científicos importantes y se supone que deben estar muy avanzados como sociedad. Pero resulta que siguen haciendo cosas tan raras como tratar de predecir el resto del invierno observando lo que hace una marmota (ahora es la marmota Phil) al salir de su madriguera al amanecer del primer martes de febrero. No me parece bien ni mal, pero sí que pienso que entraría en los esquemas de otra cultura, pero es que ocurre cada año en Pensylvania. Tal vez esa dicotomía entre lo científico y lo irracional es signo de naciones importantes, porque Japón es también un balanceo entre la tradición y los avances tecnológicos.

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Si por La Candelaria llueve…

Dice el refranero popular que «Si por La Candelaria llueve, el invierno ahora nos viene; y si por La Candelaria no llovió, el invierno se acabó». Pues eso, que, según la tradición todavía queda mucho invierno, que ya no sé si es buena o mala noticia, porque aquí cuando llueve se arma siempre un buen follón, porque se unen la falta de costumbre, los disparates urbanísticos y el estado de las infraestructuras.Y es que La Candelaria ha dado este año agua hasta decir basta.

(Esta foto fue publicada ayer -tal vez aún continúe- en el digital de Canarias7. No sé si es de Arcadio Suárez o de algún lector. Lo que sí es verdad es que es impresionante)

Hoy tocaba hablar de mi libro LA MITAD DE UN CREDO, que iba a presentarse hoy en el Instituto de La Isleta, pero el temporal ha determinado la suspensión de dicho acto, y aprovecho este espacio para que lo sepan quienes tuvieran intención de acudir y aún no se hayan enterado. Ya les informaré de la nueva fecha, y mientras seguiremos alegres y temerosos por el agua que nos está cayendo, porque nunca sabemos cúanto daño puede hacer una borrasca (más bien tiene pinta de tormenta tropical) que es por otra parte necesaria para nuestra supervivencia. En todo caso, siempre es bonito ver los barrancos como ríos y los riscos como destiladeras. Y que no pase nada.