Alertas y temporales
Esto de los temporales y las alertas son una muestra de que nunca llueve a gusto de todos (nunca mejor dicho), porque hay quien se queja de que no hubo previsión en los anuncios y otros de que se alarma a la población por nada. Creo que estos últimos deberían pensar en la gente que ha tenido grandes pérdidas en las lluvias pasadas, o la desgracia ocurrida en Madeira.
Anunciar que viene una tormenta ayuda, porque uno puede ponerse a salvo o no desafiar a un peligro que desconoce. Lo complicado es cuando se ignora ese peligro, porque uno piensa que si está en su casa, con las puertas y ventanas bien cerradas estará a salvo. Pero ocurre que en las últimas décadas aquí se ha construido de aquella manera, incluso en las salidas naturales del agua, que reclama su paso cuando llueve, y a veces no es suficiente con una canalización en tuberías, porque, demás, juega en contra la escasa limpieza de los barrancos.
En Gran Canaria, cuando viene tiempo de sur-suroeste (que es el que da agua bruta), casi siempre llueve en las vertientes orientadas a esa zona, pero me pregunto si canalizaciones como la del Guiniguada en Las Palmas absorberían la riada si cayeran esos 200 litros en su vertiente. En los años cincuenta, con el barranco a cielo abierto, hubo uno de esos temporales y el agua llenó por completo el enorme cauce de entonces. Y contra esos errores urbanísticos las alertas sólo sirven para echar a correr hacia un lugar más elevado.