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Envidia española pata negra

aadria.JPGSupongo que ya saben que el restaurante Bulli de Ferrán Adriá, después de haber sido durante cinco años el número uno del mundo, ha pasado al número dos (y eso que va a estar dos años cerrado). Pero lo que más me ha llamado la atención es cómo los grandes medios nacionales, fueran radio, televisión o periódicos digitales, dieron la noticia con una celeridad y unos titulares tremendos: «Adriá cae del trono», «El Bulli ya no es el mejor del mundo», «Acabó el reinado de Adriá…» Se urgía la noticia como si se estuviera deseando. No vale que haya puesto el nombre de la gastronomía española en el mundo, ni que haya reinado durante cinco años, ni que siga siendo de la élite (es el número 2). Nada de eso vale, parece que estaban esperando su caída, que no ha sido tal, pero así la cantan. Este país es increíble, envidia pura intravenosa, pues pasa siempre, ya que cuando Penélope no ganó el Oscar hace un par de meses (estaba nominada con otras cuatro grandes actrices) aplaudieron, y volvieron a sacar la tontería de que si Sara Montiel, que si ya se lo tenía muy creído… Y de Sara Montiel y sus fastuosas «actuaciones», en el cine americano ya les hablaré otro día, porque eso sí que fue un «bluff».

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No se está seguro en ninguna parte

aesayola.JPGAnuncio que durante unos días estos comentarios serán muy cortos. En un estúpido resbalón en el pasillo, me he roto la muñeca, y hasta que no me acostumbre a manejarme con la aparatosa escayola que me han puesto, tendré que teclear con una sola mano. Menos mal que la que tengo hábil es la derecha, y soy diestro -no torero ni taurino. Siguiendo el hilo de la palabra, y aunque no me entra en la cabeza el sentido de jugarse la vida delante de un toro, espero y deseo que José Tomás y Manuel Díaz «El Cordobés» se repongan muy pronto de las cogidas que sufrieron este fin de semana. Ellos juegan con su integridad física, pero está claro que nunca estamos seguros del todo, y que uno puede romperse la crisma en su propia casa. Es que hasta el Papa se rompe la muñeca, él la derecha y yo la izquierda (¿significará algo?); es que ponen mucha cera en los pisos del Vaticano.

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La renovación del sistema democrático

El desprestigio de quienes se dedican a la política tiene su origen cuando se les empieza a llamar «clase política», un nuevo rango social que nombra a las personas que se profesionalizan en esa actividad. Hemos oído decir muchas veces que quienes conocen en profundidad un tema no se dedican a gestionarlo políticamente, porque en general la política está controlada desde los partidos, que son como viejos elefantes que anteponen su lucha por el poder a cualquier otra cosa.
Es malo ese desprestigio, puesto que conlleva el de la democracia. Como decía Tierno Galván, la democracia es el menos malo de todos los regímenes, ya que la alternativa es innombrable. El problema en España es que se dio mucho protagonismo a los partidos cuando se hizo la Constitución de 1978, porque entonces había que hacerlo para equilibrar la demonización que sufrieron durante el franquismo. Pero luego no se evolucionó hacia una mayor flexibilidad, y hablar de listas abiertas, como en los países de nuestro entorno con más experiencia democrática, es como hacer un brindis al sol. Los partidos no están por la labor porque eso les privaría del control que ahora tienen, de manera que estamos cogidos en esta democracia partidista y la Constitución se blindó de tal modo que moverla un tanto así es casi imposible, y más cuando existe tanta tensión como la actual entre los dos grandes partidos.
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(El problema básico es que nadie quiere tirar de la manta)

La solución no es abominar de la política y los partidos, sino tratar de avanzar hacia una mayor flexibilidad, y si los partidos políticos quieren hacer una apuesta de futuro democrático tienen que hacer un esfuerzo de entendimiento para actualizar nuestra democracia. Aunque, la verdad, no veo yo en el panorama actual a las personas con ese sentido del Estado que tanto estamos necesitando. La prueba está en que no se ponen de acuerdo ni para renovar el Tribunal Constitucional, que lleva varios años de retraso en el relevo, y eso también es muy mala imagen para nuestro sistema.