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El Estatuto catalán

Habemus sentencia del Tribunal Constitucional, y a los partidos políticos les ha venido al pelo. Como las elecciones catalanas van a ser en otoño, las variaciones impuestas por el TC serán el argumento básico de la campaña, unos defendiéndolas, otros rechazándolas, siempre calculando cuántos votos entran en la bolsa.
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Como aquel que dormía en medio de dos, ni tiro ni encojo ni la manta es mía, pero sí diré que todo esto de las autonomías, las competencias y la atomización del Estado me cansa, porque estamos en un tiempo en que necesitamos ser fuertes y las divisiones nos debilitan. Yo no sé qué idea del Estado tienen Durán i Lleida, Rajoy, Montilla, Patxi López, Urkullu y Zapatero, pero yo entiendo que, entre la definición franquista de que España es una unidad de destino en lo universal y un país de reinos de Taifas hay un punto medio, que es el que vertebra un Estado, que hace grandes a naciones federales como Alemania o Estados Unidos, y que en España nos empeñamos en dinamitar de un lado y de otro con la tendencia ibérica de apostar a todo o nada.
Y anuncio que, aunque ahora yo mismo esté escribiendo sobre ello, en el futuro inmediato voy a ser la persona más desinformada sobre el asunto, porque cada vez que oiga o vea la palabra Estatuto voy a cambiar de canal o a pasar la hoja del periódico. No me interesa, no porque no me importe la política, sino porque a los políticos implicados lo que les mueve es el electoralismo y no el interés general. Y ya estoy harto de que el 80% de la información y el debate nacional se refiera al 25% del Estado, que es lo que suman por población Euskadi y Cataluña, porque España es su gente, por encima de territorios, caprichitos y argumentarios partidistas.

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¿Los profesores son niñeras?

Cada vez que llegan las vacaciones, especialmente las de verano, los medios se llenan de comentarios de las familias sobre qué hacer con sus hijos, como si los niños fuesen una carga que hay que quitarles de encima, cosa que hacen durante el curso los colegios. No entiendo por qué tienen hijos si luego todo son quejas por el trabajo que generan, porque un niño necesita atención y por lo visto en esta sociedad esa es una responsabilidad que sólo tienen los profesores.
aabbDSCN3019.JPGCierto es que dos meses (por ahí dicen tres, pero sólo es julio y agosto) es mucho tiempo, y estoy de acuerdo en que el curso escolar está mal diseñado temporalmente. Si estamos en Europa, deberíamos tomar ejemplo de los países más avanzados, en los que el reparto de las vacaciones es más proporcional. Pero no se engañen, esa leyenda urbana de que en España hay menos días de clase es directamente mentira; es más, España es el país de la UE que más días escolares lectivos tiene al año, aunque, insisto, creo que mal repartidos.
Los hijos son una responsabilidad de los padres y en su educación también de los profesores, pero como en España se ha abierto la veda del desprestigio del profesorado, que hasta los responsables de la Administración alientan, los padres se quejan de que tienen que cuidar a sus hijos en vacaciones. Vaya novedad, como si los maestros y maestras tuviesen que cuidarlos en la playa o en las horas de asueto. Gran parte de los problemas que hay en Educación la tiene ese empeño en denigrar al profesorado, al que se le priva de toda autoridad moral, y ahí tienen los resultados. En cuanto al diseño temporal de un curso más racionalizado, miremos a Suecia, Alemania o Finlandia, pero eso tampoco es cosa del profesorado, sino de un acuerdo entre las administraciones educativas, las familias y toda la sociedad, incluyendo por supuesto a los profesores y sus representantes sindicales, pues no olvidemos que también son trabajadores. De manera que la escuela es un lugar para la formación y la educación, pero a ver si se entiende de una vez que los profesores no son niñeras.

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Esta noche mi selección ganará ¿cual? ¡Ah!

En el capítulo final de mi novela El rey perdido, el narrador se expresa así:
«…Me correspondería el derecho dinástico por primogenitura, es decir, ser rey de Portugal…En todo caso, me pudiera asistir el derecho de reclamar el ducado del Salitre y el condado de Mar Pequeña, y aunque mi historia personal es vocacionalmente republicana, tal vez tenga la obligación moral de mantener una legitimidad por la que tantos antepasados lucharon durante más de cuatro siglos…»
aPortada El rey perdido.JPGQuiere esto decir que, si gana España, me alegraría porque soy español, aunque tendré que reñir a Del Bosque por dar poca cancha a los canarios Silva y Pedrito. Si por el contrario es Portugal el que pasa a cuartos de final, también me pondré contento, porque los muchachos de mi reino portugués habrán ganado el duelo ibérico, y de todas formas tengo pendiente una conversación con Cristiano Ronaldo, nuestro vecino madeirense y mi súbdito (ah, no que después de la Revolución francesa los súbditos son ciudadanos), porque de todos los equipos que hay en el mundo, mi mejor futbolista elige el Real Madrid, que es de la ciudad de los Austrias que usurpó el trono de Portugal a mi familia y luego se lo dejó quitar por unos impostores.
Lo que les digo: como persona voy con España, como novelista voy con Portugal. Esta noche ganará mi equipo, España o Portugal, así da gusto. Por cierto, el de la foto no es Cristiano Ronaldo vestido para cantar fados, ni tampoco un modelo luciendo el traje de paseo de la selección portuguesa. Es Don Sebastián, el rey de mi novela… bueno, y de la historia de Portugal.