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Fundamentalismos

zzx543.JPGNo voy a describir con detalle el panorama social, laboral, educativo y de toda índole que se ha ido generando paso a paso en los últimos años. Pero es desolador, y el que no quiera verlo es porque está ciego o enganchado a la teta dominante. Lo que quieren es que nos bajemos los pantalones. Todos los avances que habíamos ido arañando en tres décadas muy duras pero muy esperanzadoras se están yendo al traste. Sólo falta que, por decreto, se vuelva a instaurar el Santo Oficio, si es que de alguna forma no existe ya. La España federal que sería lo natural por el recorrido histórico de este país, está cada día más lejos, y con ello se radicalizan las posturas periféricas, lo que en lugar de desembocar en un Estado plural pero unitario puede acabar como el rosario de la aurora. No estoy preocupado, estoy alarmado, aterrado, como si hubiera entrado en el túnel del tiempo y desembocara en el siglo XV, o peor aún, en el franquismo. Y luego hablan del peligro del fundamentalismo islámico, yo le temo al fundamentalismo, sea del signo que sea, incluso al de los madridistas y los culés.

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Amy Winehouse y el mito

La muerte de Amy Winehouse (su apellido significa «casa del vino» o «vino de la casa», qué mala leche) me ha congido a contrapié, como a todo el mundo, pero a mí sin un teclado cerca. He visto las informaciones básicas que han salido (no hay más hasta que no se sepa la causa), y lo que más me ha llamado la atención es cómo destacan los medios la coincidencia de los 27 años en la muerte de celebridades de la música: Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Kobain o Jimmy Hendrix.
Amy-Winehouse[1].jpgSe ha establecido que la edad del mito es de 27 años. James Dean dijo aquello de «vive a tope, muere joven y harás un bonito cadáver». Declino describir lo bonito que quedó Dean después de pasarle un camión por encima. Pero siguen con el 27. Es una casualidad, pero dijo el poeta cubano José Martí que la edad de los genios es la del año que cumplen 37 años, por eso algunos mueren a los 36 porque sucede antes del cumpleaños. Suguiendo la teoría de Martí, se podría establecer que la edad del genio es 37, pues murieron al llegar a esa edad (o dentro de ese año) el pintor Rafael, Lord Byron, Marilyn Monroe, Carlos Gardel, Mozart, Bob Marley, Vladimir Maiakovski y también eran esos los años de Greta Garbo cuando se retiró del cine y los del poeta Hölderlin cuando la esquizofrenia lo recluyó en un manicomio (ya no crearon más). Y si nos ponemos a rebuscar, encontraremos una larga lista de personajes ilustres que murieron a los 24 (James Dean, Jorge Oramas…) a los 33 (Carole Lombard, Eva Perón…) Es decir, la vida tiene esas coincidencias, pero que nadie piense que hay una maldición, lo que sí hay es gente que se traga la vida a demasiada velocidad. La muerte de Amy Winehouse ha sido muy triste, una lástima, en la flor de la vida y con una carrera por hacer. Aunque es muy pronto para saberlo, pudiera convertirse en mito, cosa a la que no pueden aspirar personajes como Igor Stravinski, Katharine Hepburn o Pablo Picasso, por citar sólo a tres figuras indispensables en la cultura del siglo XX, a los que una larga vida privó del aura mítica.

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A la salvación por el caos

La verdad es que los relevos en las responsabilidades políticas, sobrevenidos a causa de las elecciones del 22 de mayo, no invitan al optimismo. Por una parte, porque en muchos casos es más de los mismo y ya conocemos el andar de la perrita, y en otros porque no vemos que haya nada nuevo ni siquiera en los que llegan por primera vez a la poltrona. Se trata de sustituir al anterior y poco más. No hay un proyecto que implique a la sociedad en su conjunto, y se pierde el tiempo en litigios de parvulario o bien se dejan pasar burradas del tamaño de una catedral.
zzzcaos.JPGTodo esto viene a demostrar que en cierto modo funciona la teoría del caos (no la física, sino la sociológica) y que las cosas funcionan porque cada cual hace lo que le conviene y encaja en una totalidad que parece sistemática pero que no lo es. Los panaderos no quieren dar pan a la gente, sino crear un negocio, pero para ello han de dar pan; los profesores no quieren enseñar, pero han de hacerlo para cobrar un salario, y así los taxistas, los farmacéuticos y, por supuesto, los políticos. No espero a nadie en un caballo blanco, porque ya el mundo de la sideas queda subsumido por el de los intereses. Y como soy optimista (no tanto como Zapatero, ojo), espero que todo se vaya arreglando porque quienes tienen la capacidad de hacerlo moverán alguna ficha, no porque quieran salvar la situación colectiva, sino por salvarse ellos. Ya sé que eso es como disparar al Sol porque nos ciega, pero, conociendo el ganado que toreamos, esa es mi única esperanza de que todo esto no se vaya al carajo (pensaré si retiro o no lo de optimista)