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Irán, la tormenta solar, los cataclismos…

Nos había dicho que 2012 iba a ser un año complicado, tanto que algunos incluso anunciaron el fin del mundo. Ahora resulta que no, que lo del calendario maya es el final de una manera de contar el tiempo, y que el 21 de diciembre el mundo no va a acabarse. Pero no dejan de atormentarnos con amenazas, unas reales y otras posibles. El pulso que la UE está echando a Irán con el embargo es uno de los problemas, porque en Teherán dicen que van a dejar de suministrar petróleo a Europa. Estas cosas me confunden, porque si cortas el comercio con un país no entiendo cómo es que sigues comprándole petróleo.
zzvtttttt.JPGLuego está la supuesta tormenta solar, que por lo visto no ha sido para tanto, pero los cientificos se empeñan en anunciarnos que como se produzca una como la que hubo en el siglo XIX esto va a ser el caos porque hoy dependemos más de las tecnologías de la comunicación. Miras los canales de pago que contratas para huir de la telebasura, y te cuecen a documentales sobre exterminadores nazis, volcanes apocalípticos que pueden reventar en cualquier momento, oscurecer el Sol con sus cenizas y finiquitar la vida, asteroides o meteoritos que pueden impactar contra La Tierra con efectos devastadores, ciudades en guerra urbana tomadas por las bandas, historia-ficción sobre los efectos de un ataque terrorista a centros de energía que nutren grandes ciudades… Vaya, que parece que existe la consigna de repartir miedo. Y, mira, yo estoy seguro de que no va a ocurrir ningún desastre bíblico porque las cadenas de televisión no están pujando por los derechos para televisarlo.

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Spanair o el resultado de la incompetencia

En el mundo del comercio y la empresa hay un concepto que se llama competencia desleal, y que se combate o acaba por romper el mercado. Ha pasado ante la impasibilidad de las administraciones públicas -cuando no con su aliento- con la proliferación de las grandes superficies, que se ha llevado por delante al pequeño comercio que creaba tantos puestos de trabajo y era una forma de estabilidad social y de atender los diversos gustos, porque ahora en cualquier superficie encuentras lo mismo cien veces repetido: franquicias.
z-eppelín+sobre+la+catedral+de+Las+Palmas[1].JPGPasó cuando se pudo de moda el todo incluido en las instalaciones hoteleras, que empujaron al cierre a muchos pequeños negocios que vivían de lo que ya encuentran los clientes en el interior del hotel. Nadie hizo nada y más gente al paro, porque eso nunca significó que en el sector hotelero creciera el empleo en la misma medida que se destruía fuera. Y ha vuelto a pasar con Spanair, porque las líneas aéreas de bajo coste han roto el mercado y han obligado a las líneas de siempre a tirar los precios, con lo que a menudo no se cubrían los costes. Tanta pérdida acumulada lleva a la quiebra, y las administraciones lo único que hicieron fue subvencionar en parte esas pérdidas, pero nunca se atacó de raíz el problema. Y seguramente volverá a ocurrir en cualquier otro sector, porque todavía no he encontrado una opción política que tenga un programa serio, realista y encaminado a que la sociedad crezca equilibradamente. Sigo diciendo que para desempeñar determinados cargos políticos habría que acreditar una muy sólida y documentada preparación, además de una experiencia contrastada en el sector que se dirige. Y esa experiencia positiva, claro, no la haber sido un responsable del FMI ciego o inepto mientra se fraguaba el desatre, o formar parte de la cúpula del banco americano que desencadenó la crisis financiera. Es decir, nombran chef de cocina a quien echó a perder la paella. Pero aquí a los músicos los responsabilizan de la sanidad, a los pedagogos del comercio y a los médicos del transporte. Parece un chiste, pero es verdad.
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(El transporte aéreo en Canarias podría resolverse con un invento futurista que los técnicos llaman Dirigible y la gente Zeppelín)

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Fútbol y política

Alguna vez he dicho que, aunque el fútbol sea una tontería exagerada elevada a espectáculo, es más saludable mentalmente seguir el fútbol que la política. Pero claro, si a uno lo que le gusta es el fútbol-fútbol, lo mejor es ver el Granada-Racing o el Valladolid-Recreativo. Si hablamos de los partidos entre el Real Madrid y el Barcelona, habría que verlos en televisión sin voz y ni antes ni después oír la radio ni leer los periódicos. Porque estos dos equipos sí que forman parte de un entramado político que esconde otras intenciones cuando se habla de fútbol. Hagamos la prueba y observemos periódicos y radios de Madrid y Barcelona después de un partido que, no sé por qué, llaman clásico:
zsssDSCN3236.JPGCuando los voceros arrimados al madridismo hablan de penaltis no pitados, de jugadores que hacen teatro, de que les roban los partidos de Camp Nou, en realidad quieren decir: «Estos malditos nacionalistas estás hurgando en la esencia de España, chuleando a su equipo más galadonado y que representa los valores patrios. Y lo mismo que con el Statut y con la financiación, los catalanes nunca están satisfechos». Más o menos, porque asimilan el Barça con el independentismo y el ataque a la unidad de España. Y tres piedras, que dicen en mi pueblo.
En Barcelona funcionan igual, pero al revés. Ahora les ha tocado estar arriba, pero cuando era el Real Madrid el que imperaba activaban el victimismo. Pero incluso ahora, la parroquia mediática culé, cuando habla, por ejemplo, de la dureza de un defensa del Real Madrid o de algún lance del juego que les perjudica, en realidad quieren decir: «Estos malditos nacionalistas españoles utilizan la violencia para tratar de amedrentarnos y luego quedan impunes. Hay que seguir luchando contra esa prepotencia centralista que impide la pluralidad».
Pero estas diatribas a las claras o soterradas dan beneficios a ambos club, que, tampoco sé por qué, no son sociedades anónimas deportivas como el resto de los club deportivos. De manera que, a quien le guste el fútbol le recomiendo que disfrute del juego de estos dos grandes equipos, pero que no lea ni oiga níngún comentario, porque nunca son de fútbol, sino de encubierta política de la peor especie.