Con las cosas de comer no se juega
Ya con unos días de margen después del asunto de Botsuana, se escucha mucho la palabra abdicación, y precisamente en boca de los que han manifestado más abiertamente sus tendencias republicanas. Ya puestos, habría que poner las cartas boca arriba, porque lo de pedir una abdicación resulta extraño, viniendo de quienes conocen todos los recovecos de la política y saben de sobra que primero habría que hacer una ley que reglamente esa figura. Es que con las leyes constitucionales que desarrollan los reglamentos de las instituciones ha habido mucha pereza, pues ya sucedió cuando falleció Leopoldo Calvo Sotelo, que hubo que improvisar una especie de ceremonia porque no existía una normativa aplicable cuando muriese un expresidente de gobierno. Y que la abdicación no está reglamentada lo saben estos figurones. Porque en España hay mucha tricolor en las manifestaciones, pero supongo que a nadie se le esconde que un cambio de modelo político no se fuerza solamente cantando el Himno de Riego. Tiene que haber apoyos bien pertrechados, porque los movimientos de esa envergadura necesitan financiación y gente con influencia para ello. Por eso me malicio si esa cantinela sobre la abdicación no será una manera de crear la sensación de incapacidad de don Juan Carlos, y así justificar acciones posteriores. Y ahora las preguntas: ¿Quiénes están manejando esos hilos? ¿Pretenden realmente la entronización del heredero? Y si la quieren, ¿es porque desean una sucesión de verdad o piensan que sin juancarlismo es más asequible su propósito? Y si quieren la república, primero que se identifiquen y luego que expliquen de qué tipo. Y por último, una petición-consejo: Dejen de jugar al Robespierre, que ahora mismo hay otras prioridades, y no se juega con las cosas de comer (digo comer no por casualidad, y si no pregunten en Cáritas).