-Y dime: ¿ya has decidido qué vas a votar?
-No, lo decidiré cuando vaya al colegio electoral.
-Eso no es serio, yo lo he decidido después de estudiar las campañas de los partidos.
-Cuando me acerque a la urna, votaré según el número de hombre y mujeres que haya, la estatura, el peso y la mirada de quienes compongan la mesa y de la gente que hayan puesto los partidos como interventores, y un dato importante es el color del pelo.
-Creo que por aquí la mayoría de la gente es morena.
-A mí, lo mismo que a Serrat, me gustan todas las morenas y Pepa Flores.
-Veo que no te va el pelo rubio.
-¿Cómo que no? Me gustan las cabelleras rubias y Georges Clooney.
-Entonces los pelirrojos…
-Me encantan los pelirrojos y Halle Berry.
-Pues está claro que no te atrae lo asiático.
-Te equivocas: los asiáticos, las polinesias…
-¡Para, para! Con ese criterio no creo que te aclares con tu voto.
-Pues lo mismo que tú, si te basas en la campaña.
Un comentario en “Votar con criterio”
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Je, qué gracia, una maniobra humorística de manual. A mí se me torció el gesto cuando leí ese “yo lo he decidido después de estudiar las campañas de los partidos”, no me esperaba el final, del agrio escepticismo a la liberadora carcajada.
Hay quienes querrían suprimir el día de reflexión. Yo soy de la misma opinión que expresa hoy El Roto en su viñeta: “Jornada de reflexión debería de ser todos los días”, que además es muy sano, lo que habría que suprimir es la campaña, en la que no se dice más que humo, nos intoxican con vapores para atontar, en vez de la insufrible campaña de exterminio neuronal deberían imponerse dos semanas de reflexión forzosa a quienes practican el politiqueo (que la política es algo más serio, digno y utópico, una rareza, una responsabilidad); además, los ciudadanos ya hemos tenido tiempo de sobra, cuatro hermosos años de nuestras vidas para evaluar y, mañana, juzgar.