Hasta hace unos meses uno pensaba que cabía el debate, la contraargumentación, la confrontación de ideas y proyectos. Ahora ya no. Es tanto el descaro y la desvergüenza que exhiben, es tanta la evidencia de que mienten una y otra vez, que tengo la sensación que debatir o rebatir es dar coces contra el aguijón. Tienen todo el poder y no se esconden para mostrarlo, y me cansa que una y otra vez Aznar, Espezanza Aguirre, Mª Dolores de Cospedal y tantos otros y otras nos echen la bronca como si fuésemos niños que han roto el tarro de la mermelada, cuando han sido ellos y sus cómplices los que deliberadamente están rompiendo la baraja. Se creen los depositarios del poder divino, la aristocracia del dinero, y el pueblo es un elemento incómodo, que se empeña en comer tres veces al día, en abrigarse en invierno y en dormir bajo un techo digno. Ellos cobran grandes salarios (hablo en plural porque para ellos nada es incompatible), y le quitan a un discapacitado una mísera ayuda que casi nunca llega. Consideran que gritar frente a su casa pidiendo justicia es un atropello, una invasión de la intimidad, pero dejar sin techo a una pobre familia es simplemente la aplicación de la ley. Claro, su ley, y proclaman que este es un Estado de Derecho, por supuesto, su Derecho. Dicen que Bankia ha obstenido 213 millones de beneficios en el primer trimestre, pero no veo que ese dinero se destine a pagar los miles y miles de millones de su rescate con dinero de todos; ¿o es que ese dinero nunca va a ser devuelto? Y este proceder en el que ellos son los señores feudales y el pueblo es la gleba solo puede inspirar asco. Mucho asco.
7 opiniones en “Asco, mucho asco”
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Se puede decir más alto pero no más claro. Este (des)gobierno no hace más que acumular mentiras y despropósitos. Suma y sigue.
Amén. Yo sólo matizaría que no se trata de «este», sino de todos los gobiernos. Sí, claro que hubo consenso en el 78, porque les interesaba hacer la tarta. Lo que ha venido después…
Una parte de la culpa la tenemos nosotros, ¿eh?
Que nos hemos tragado inauguraciones, arcardes, urtopistas…
Y ahora resulta que nos damos cuenta de que no hemos avanzado nada:
Ser republicano sigue siendo simpatizante del Frente Popular del 36.
La II República sigue siendo para algunos un ideal democrático.
Se justifican «cositas» como la Cuba de Castro y la Venezuela de Chávez.
No resulta extraño que por el otro lado se le sigan dando vivas a Cristo Rey, la Patria bicolor y el heredero del Caudillo (pero menos).
¿Seríamos capaces de crear una República democrática? Ese es el reto.
República sí que harían, pero no más democrática que la italiana o la portuguesa. Es decir, más d elo mismo.
D. Emilio, no sé si con la imagen del gallo está insinuando un deseado despertar de la conciencia ciudadana. El caso es que, con el tono del artículo, a mí me sugiere una granja, como la Orwell, con una tarima llena de cerdos, con sus narices respingonas mostrando los orificios. Por cierto, no sé por qué me acabo de acordar ahora de otra cosa que da mucho asco: últimamente veo con frecuencia en las noticias de la tele (ya sé que no es recomendable) a ciert@ dirigente político impartiendo sermones magistrales desde un alto taburete, ejerciendo de profeta, con su elegante prepotencia, a una audiencia que para resaltar su excelsa autoridad se sitúa al nivel de sus rodillas; aunque no recuerdo si esta gente se sienta en el suelo o directamente practican la posición cuadrupedal (¡oh, qué curioso!, una rima), muy apropiada para balar: ¡cuatro patas bueno, dos patas malo! No sé de lo que habla, lo hace mucho últimamente, no es importante, bla, bla bla en diferido y otras majaderías de relleno; yo nunca le he prestado atención, hace mucho tiempo que dejé de prestársela a los de su clase, desde que me percaté que lo importante no es lo que dicen sino el aura divina que desprenden. Es un ejemplo de ese estilo de hacer política, ese del que Ud. se queja, el de tratarnos como a niños díscolos, a nosotros, que siendo adultos que cumplen con sus obligaciones, somos tan estúpidos y pueriles que cada cuatro años los legitimamos en el poder, donde los hemos acomodado hasta el despotismo; ¿y qué otra cosa podemos hacer los ciudadanos?; hay un gallo que canta, pero la comodidad de la cama aguanta, me parece que esta noche de abusos va a ser larga.
Y una última asquerosidad de reciente actualidad (hoy casi me vomito durante las noticias de la tele), a Urdangarín yo lo propondría para héroe nacional, por haber puesto en un compromiso al estado de derecho, por confirmar, a tan alto nivel, lo que muchos ya sospechaban: que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, pero unos más que otros. Por su original aportación al demostrar que la constitución española vale lo que el Papel en que está impresa. Y por el milagro de transformar fiscales en abogados defensores. Se me podrá acusar de adelantarme al final de la novela, pero, francamente, es tan mala y previsible que les adelanto el final y desaconsejo el continuarla.
En fin, D. Emilio, asco, mucho asco… y tras el asco, pena, mucha pena.
Pues no te entiendo. Que yo sepa, aunque Portugal o Italia no lo estén pasando bien, son repúblicas, naturalmente imperfectas, nadie ha dicho que la Democracia lo sea.
Me mosquea entonces saber cuál es tu república perfecta. Yo no aspiro a encontrar ninguna, pero no acepto el Frente Popular ni ninguno de sus parecidos.
Y, por cierto, fíjate en la hasta ahora idolatrada Islandia: Han vuelto a elegir a los incapaces. Y no ha sido una junta militar, ni un ejército rojo: el pueblo. Democracia.
No hacía símiles, sino que trataba de decir que cuando la corrupción es generalizada y el poder está en manos de los mismos que el dinero, pues pasa lo que en Portugal, Grecia o Italia. No soy en absoluto de ningún estado totalitario, me conformo con que las cosas funcionen medianamente bien, como en Finlandia o Noruega (una república y una monarquia). Evidentemente no quiero que funcionen como en Marruecos o Argelia (otra república y otra monarquía)
Ya lo sé. Pero es por fastidiar. (Jijijiiiii…)