Los humanos y los perros
Leo casi cada día que van apareciendo exoplanetas, que estás a miles o millones de años luz y que, aunque las condiciones fuesen similares a las de La Tierra, es imposible que lleguemos a tener contacto son ellos. Hay algunos que están más allá de donde podría llegar un objeto a la velocidad de la luz; es decir, que, con la duración estimada de supervivencia de La Tierra, llegaría a ese exoplaneta cuando ya el nuestro lleve millones de años atomizado contra el Sol; o que ese planeta lejano ya no exista porque lo único que veíamos era su luz mucho después de que desapareciera. De hecho, muchos de los puntos de luz que vemos en el cielo son de astros tan lejanos que ya no están, y lo que nos llega es su luz.
A mí todo esto del cosmos, la antimateria, los agujeros negros y demás me da vértigo, porque hace que cuando hablamos de dimensiones tan descomunales nos planteemos asuntos de mucha enjundia filosófica. Creo que avances como los conseguidos por Copérnico, Galileo, Newton, Kepler, Einstein, Hawking o Higgs sitúan al hombre en su justa medida, una pequeñez casi inapreciable en la inmensidad del Universo. Por eso mismo no entiendo muy bien esa fiebre por encontrar planetas habitados, que, de existir, serían inaccesibles para el hombre sencillamente por un problema de medios, distancia y calendario.
Mientras tanto, parece que no nos impresiona que la gente se suicide porque le arrebatan su casa, o que millones de niños mueran de inanición en África. Ya tenemos idea de nuestra diminuta humanidad en el inabarcable cosmos, y si habitantes de otros mundos (que puede haberlos, yo no lo sé) pueden llegar hasta nosotros por medios que aun los humanos somos incapaces de atisbar más allá de la teoría (Einstein), pues vale, ya nos dirán cómo se hace, aunque no lo creo, porque cuando dos civilizaciones entran en contacto generalmente la más avanzada engulle a la otra.
Lo mismo que nuestros astronautas van a conocer y dominar La Luna, y dicen que van a intentarlo con Marte, que dicho sea están deshabitados, si hubiera selenitas o marcianos sería como cuando una nación invade a otra, y eso de los extraterrestres buenos de la ciencia-ficción es poco creíble, y me creo más las historias de los que vienen a invadirnos. De modo que, como está el patio, no me produce efecto alguno que me digan que a no sé cuántos años luz hay un planeta habitable, e incluso me quedaría igual si dijeran que tiene sus gobiernos, sus diversiones y hasta su liga de fútbol, porque no significa nada en la fugaz vida del hombre sobre La Tierra. Y menos en su felicidad.
En nuestra sociedad actual se dan situaciones muy contradictorias. Dentro de la buena fe de proteger a los animales, se está tramitando una ley muy estricta, hasta el punto de que exige que, antes de tener un perro, haya que hacer un curso. No es que vea mal el bienestar animal, pero me sorprende que se camine en esa línea y no haya una vigilancia meticulosa y con capacidad sancionadora en su caso para las residencias de mayores y discapacitados, de manera que en estas se dan a menudo historias que son casi de terror, y generalmente no pasa nada o muy poco. Porqué esa fiebre para proteger a los animales mientras es pura desidia la protección de los sin techo, de las familias muy pobres o, simplemente, se pone en la calle la gente sin medios, o nada se hace para acabar con el chabolismo. ¿Por qué es muestra de insensibilidad y hay castigo para ello cuando la victima es un animal, y nada ocurre cuando dejan abandonados a los mayores en los hospitales o, peor aún, en una gasolinera para no llevarlo de vacaciones? ¿Qué puede haber en la cabeza de quien hace eso?
Insisto en que me parece muy bien que se proteja a los animales contra la brutalidad e insensibilidad humana; de hecho, es necesario hacerlo, y me alisto con los que aman a esas criaturas tan cercanas que nos transmiten un cariño insobornable; pero una sociedad sana y madura debiera tener esos mismos cuidados con los humanos desvalidos, sea por infancia, vejez, pobreza o enfermedad. Parece una paradoja, pero es una triste verdad. Por eso, cuando me hablan de que existe un planeta habitable al que llegaríamos dentro de miles de años (y eso, contraviniendo las leyes de la física hasta ahora conocidas), pienso en los desfavorecidos que cada día buscan un refugio para dormir, o un plato de comida, y me pregunto si tal vez sería posible que tratásemos a los humanos como dice la ley que hay que tratar a los perros.