Es más dura la ira de los mansos
Debo decir que pocas veces he tenido que hacer tanto esfuerzo de contención para controlar la furia que se me escapa por los poros al ver cómo arde Gran Canaria. Es doloroso para todo el mundo, pero quienes hemos nacido a la sombra de esas montañas sentimos que este es un asunto personal, porque llevamos muchos años viendo cómo se descuida o se actúa en contra de nuestro patrimonio natural colectivo. Hace apenas un mes, con motivo de la alegría por el reconocimiento de las montañas centrales de Gran Canaria como Patrimonio de la Humanidad, escribí un artículo en el que dejaba algunas notas críticas, que en este día tan triste viene bien recordar, porque me parece que hay que insistir en la idea de aprovechar una sabiduría popular acumulada durante siglos. Así que, si no les apetece lo políticamente incorrecto, no sigan leyendo.
