Cuando era estudiante, empecé creyendo absolutamente lo que ponían los manuales de historia, pero pronto empecé a dudar, porque decían (a veces en el mismo libro) que Alejandro Magno creó el mayor imperio de la historia, y ese tamaño mayor también se lo adjudicaban a Roma, al imperio de Gengis Khan y luego al de Felipe II. Desconozco si un imperio, se mide en territorio, en habitantes, en conquistas o en capacidad para el genocidio. A partir de ahí sospeché que la historia es materia manipulable. Lo digo porque los aragoneses están que trinan porque aparece en algunos textos escolares el concepto de «Corona catalano-aragonesa», aludiendo que solo existió la Corona de Aragón, formada por los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca, y el condado de Barcelona, que otros dicen de Cataluña. A mí que me registren, no es mi negociado. Cambiar las versiones del pasado se hace siempre para influir en el presente. No tengo datos ni ganas de entrar en este debate bizantino (bueno, si metemos Bizancio en la ecuación la liamos aun más), pero a la vista de que la historia se usa como arma política, lo mismo mañana aparece un líder (o una lideresa) que nos dice que en realidad los aborígenes canarios procedían de La Polinesia, de Siberia o que saltaron de una nave alienígena en el roque Bentayga y que la película Encuentros en la III fase se basa en ese hecho real e incontestable que nos ha sido ocultado por la historia oficial. Y como digas lo contrario eres un separatista o un Serrat, según toque.
Encuentros en la III fase
COSAS MÍAS
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