Estamos en la línea divisoria entre el verano y el otoño. Astronómicamente, este año el cambio se produce el 22 (hoy, viernes) a las 22 horas y dos minutos. Muy curioso el juego del dos, lo que no sé si para esto en Canarias se aplica también lo de una hora menos. El caso es que entra el otoño; aunque es seguro que a muchas personas les habrá ido muy bien, de forma general este verano pasará a la historia por sembrar incertidumbre, miedo y desgracia a este planeta. Así que, poquita pena me deja la marcha de este verano. Dos locos mantienen un pulso nuclear que nos tiene en vilo; nos harían un gran favor si se entretuvieran mirando revistas de peinados masculinos, porque ambos tienen mucho que mejorar en sus cabezas, dentro y fuera. Las fuerzas de la naturaleza tampoco se han quedado cortas, con dos terremotos muy destructivos en México y una lista de huracanes, a cual con mayor mala leche, haciendo cola para molestar a los ricos y arrasar brutalmente a los pobres.
En España se ha olvidado la ristra de graves problemas que aquejan a nuestra sociedad porque Cataluña quiere hacer un referéndum. Y el verano culmina con los primeros atisbos del choque de trenes que veíamos venir todos menos los que conducen las locomotoras. La inacción nunca resuelve problemas; al contrario, los enquista y origina que luego las posibles salidas sean más difíciles. Una parte de Cataluña quiere irse de España, y nadie sabe qué hacer con la otra parte. Ahora mismo, me parece poco rentable estar España, pero irme en plan canario es un negocio todavía peor. Y no lo digo por las cabras sino por los que se dicen pastores. En Canarias parece que nunca pasa nada, y ese es el problema, porque mientras tanto nuestra forma de vida se deteriora porque los tiburones solo ven dinero para ellos y miseria esclavista para quienes ponen el sudor. Las microalgas o el barco en llamas con miles de toneladas de fertilizante han pasado con sordina, mientras la gente se rasgaba las vestiduras a favor y en contra a cuenta de la contratación de un cantante de reguetón o el fichaje por tres meses de un futbolista que en enero se irá a otro equipo. Por desgracia, el verano se clausuró con un gran incendio forestal en el corazón de Gran Canaria, que para más dolor se ha cobrado una vida humana. Así que espero que el otoño venga con mejor karma que el verano. Y escuchando las sandeces que dicen unos y otros, recuerdo el famoso verso 20 del Poema del Cid («¡Ios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!») Se supone que no estamos en tiempo de vasallos y señores, pero como sigan un ratito más estos que pastorean por encargo aquí, allá y acullá, volveremos al feudalismo. Eso sí, con móviles de última generación.
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