Pandora y los nacionalismos: Yo los acuso
La identificación con una sociedad es un sentimiento noble tan viejo como la Humanidad y tiene las mismas raíces que el sentimiento religioso, que es el que surge de la incertidumbre del ser humano ante lo desconocido, cuando tiene conciencia del azar, el destino y sobre todo de la muerte; la identificación con los demás surte de la necesidad del otro para seguir adelante, de donde nacen la colaboración, la solidaridad y la memoria colectiva. Nunca hubo un grupo humano, fuera grande o pequeño, poderoso o desfavorecido, tribu, ciudad o estado, en el que ese mito de la transcendencia y ese sentimiento de lo común no hayan hecho su aparición. Esto, que en primera instancia funciona como defensa de la individualidad y del grupo, empieza a pervertirse cuando se busca el control absoluto sobre la comunidad y especialmente cuando, lo que nace como factor de cohesión y de defensa, se convierte en instrumento de dominio y ataque a otros colectivos. Es entonces cuando el sentimiento religioso se convierte en religión y la identificación con una sociedad en nacionalismo.
Generalmente han ido juntos, pero también suelen darse por separado, y en regímenes totalitarios expresamente ateos se sustituye una abstracción por otra, Dios por el Estado. Tan discutible es que España sea un todo inseparable como que sea un estado plurinacional, porque ambas percepciones pertenecen al terreno de lo abstracto, y para llevar a mucha gente a tales convencimientos se utiliza la repetición de mantras (verdaderos o falsos, eso no importa) sobre la economía, las tradiciones o la historia. Continuar leyendo «Pandora y los nacionalismos: Yo los acuso»