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Incitatus, la Champion y el apocalipsis

No crean que no he tenido la tentación de meterme a profeta y predicar el apocalipsis, y quién sabe si con garantías de hacer una buena fortuna, pero desistí porque con tal desastre todo quedaría reducido a cenizas y no habría en qué gastar tantos euros; que esa es otra, porque a ver si luego me iba a entender con la nueva moneda. Si ya era difícil hacerse millonario en pesetas, ahora nos lo han puesto 166 veces y pico más complicado.

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El apocalipsis está servido: Africa ya estaba en la miseria material y humana con tantas guerras y sequías; en Asia los jinetes cabalgan desde la miseria de Calcuta hasta la guerra inútil de Afganistán, la tensión entre Pakistán y La India o el revoltijo de Indochina, Indonesia o Filipinas, y sobre todo el fin de fiesta que parecen preparar norcoreanos y yanquis en el Mar del Japón. Continuar leyendo «Incitatus, la Champion y el apocalipsis»

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El reloj suizo de González Ascanio

ega22.JPGCuenta Juan Rulfo en una de sus escasas entrevistas que Pedro Páramo al principio era una novela muy larga, que él fue podando «hasta dejarla en los puros huesos». No quedó en ella una sola palabra sobrante y así alcanza a duras penas el centenar de páginas. Tengo la impresión de que Eduardo González Ascanio debe funcionar de esa manera cuando escribe, porque a sus historias ya no se les puede quitar una palabra, es la máxima expresión de que menos es más. Relojes suizos.
Lo hizo en Para después de colgar, en Calenturas y, cómo no, en su ya clásico Cuentos de Bárbara Bar. Tengo que decir que ahora, en la publicación digital que hace en ATTK Editores del volumen de relatos Desajuste de cuentas, se relaja un poco y deja que la prosa se salga del estricto carril que él suele trazarle. Continuar leyendo «El reloj suizo de González Ascanio»

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Sira color de acuarela

sira11.jpgComo diría el poeta Miguel Hernández, en Gran Canaria, su isla y la mía, se me ha muerto como del rayo mi amiga la gran artista Sira Ascanio. Fue siempre una mujer singular, que vibraba escuchando Piensa en mí cantada por Luz Casal, metiéndose en las abstracciones de Kandinsky, que coleccionaba copas de cristal y amigos, que sufría por este país machadiano de charanga y pandereta, que en otra vida de ficción fue Ginebra en Camelot o decía que tal vez un pez o un delfín (yo creo que una sirena), esa mujer se ha ido dejando un rastro de luz que se le escapaba en todo lo que hacía. Por cronología, por postulados estéticos y por contenidos vitales, debiera figurar en la generación del setenta, pero entonces la vida personal la absorbía, asunto crónico por desgracia en las mujeres. Continuar leyendo «Sira color de acuarela»