Reseca historia que nos abrasa…»
«España es la nación más fuerte de La Tierra. Los españoles llevan siglos intentando destruirla y no lo han conseguido. El día que dejen de intentarlo volverá a ser la vanguardia del mundo»; esta frase, atribuida al canciller prusiano Otto Von a Bismark, es, de momento, el único certificado de garantía de supervivencia que tenemos. Existe, además, la evidencia de que España es el país más rico del mundo, porque lleva sumida en la corrupción política desde la época del Gran Capitán (picos, palas y azadones, cien millones) y sigue quedando de dónde sisar. Pues esta maravilla de la ingeniería económica y política que es España sigue empeñada en intentar su propia destrucción, y lo hace con ahínco, vive Dios (otra vez el Gran Capitán). Me explico:
Rita Barberá no acude a una cita del Parlamento valenciano que la elevó a senadora; Soraya Sáez de Santamaría desvaloriza un acto tan solemne como el de la investidura llamándolo impostura; Pablo Iglesias se despacha con un tuit calificando a Otegui de preso político; las instituciones jurídicas y policiales se las arreglan no sé cómo para echar más leña al fuego sacando nuevos escándalos o realizando excarcelaciones que arman barullo coincidiendo con momentos concretos; los independentistas aprovechan el río revuelto para emprender un camino que ni ellos mismo saben a dónde conducirá; los barones (y baronesas) del PSOE se pasan el día tirando de la chaqueta de su Secretario General; Pedro Sánchez, por su parte, juega a la ruleta, que tampoco sabemos si es francesa, americana o rusa, porque pudiera reventarle su futuro… Aquí no se calla nadie, Esperanza Aguirre aprovecha la liberación de Otegui para acusar de etarra hasta a la lámpara del faro de Orchilla, Alfonso Guerra vuelve a hacer sus chistes envenenados, Aznar habla ex-cátedra, Julio Anguita pontifica dejando en paños menores a Alberto Garzón y Felipe González canta La Traviatta. Habla ya hasta Cristiano Ronaldo. Este, ese, aquel y sus femeninos y plurales -elegidos por el pueblo para poner un poco de cordura en el zapateado- exhiben conductas, dimes y diretes de parvulario; es decir, se está trabajando concienzudamente en un solidario esfuerzo destructivo. Vamos de mal en peor: paro estremecedor, dejados de la mano de Dios ancianos y dependientes, sanidad, educación y hasta la farola del mar, peeeero…
Nos lavan la cara con no sé qué estudio interesado que dice que, junto con los daneses, los españoles son los más felices del mundo. Si con todo manga por hombro, resultara ser cierto que somos los más felices, propongo que la frase de Birmark sea la letra del iletrado Himno Nacional y que su pensamiento sea elevado a categoría filosófica o incluso evangélica. Blas de Otero tendrá que esperar; aunque la camisa blanca ahora se lleva mucho, por lo visto la esperanza no está de moda.
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