Un novelista muy especial

Hay novelistas y novelistas. Los hay que inciden sobre otros, crean escuela o al menos se les puede seguir el rastro en otros, y los hay que surgen como islas con las que se han roto todos los puentes. Luis Goytisolo pertenece a los segundos. Nadie le puede seguir el paso porque casi podría decirse que escribe en una lengua que solo habla él. Su obra es extensa, pues publica con periodicidad desde 1958, pero su obra cumbre es la tetralogía Antagonía, compuesta por las novelas Recuento (1973), Los verdes de mayo hasta el mar (1976), La cólera de Aquiles (1979) y Teoría del conocimiento (1981), que el francés Claude Simon considera una de las tres grandes novelas del siglo XX, y otros la consideran pareja a En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, o El hombre sin atributos, de Robert Musil. Sobre esta novela se ha escrito mucho, aunque hasta su autor reconoce que se ha leído poco.
Goytisolo--644x362[1].jpgLuis Goytisolo es un autor que se decantó desde el principio por un público corto pero escogido; Juan Ramón Jiménez dedicaba su obra «a las minorías, siempre», y Luis Goytisolo sigue su estela en ese sentido. No es que sea un novelista oscuro y alambicado, es distinto. Hay una línea de autores llamados experimentales que empieza en el último Henry James y sigue en Joseph Conrad, James Joyce, Virginia Wolf, William Faulkner y Malcom Lowrry, y salta a autores como J. Kennedy O’Toole y en España a Juan Benet y Juan Goytisolo, hermano del autor que ahora nos ocupa. Esta línea tiene seguidores como Javier Marías y Belén Gopegui, pero el caso de Luis Goytisolo es especial: rompe hasta con los rupturistas, trata de inventar una nueva novela, asunto en el que ha tenido un gran éxito con la condición de que quien la escriba sea él, porque luego nadie le ha seguido. Es una isla, eso sí, aplaudido y respetado por todo el mundo menos por los libreros, que nunca harán negocio con él.
Podríamos hablar entonces de un novelista singular en toda la extensión significativa de esta palabra. Ha triunfado con su invento, pero ha fracasado en el intento de imponerlo. Es más, después de los experimentos diversos de hace 40 años (La Saga-fuga de JB, Makbara, El don de Vorace, Volverás a Región, Mortal y Rosa…), en los años 80 la novela regresó al realismo, que es donde, salvo excepciones, sigue avanzando, seguramente porque ese es su territorio natural. Así que Luis Goytisolo tiene en su haber la honestidad incorruptible del que se marca un propósito y lo cumple sin concesiones, y en su debe la distancia que ha ido poniendo entre él y el mundo, incluso de la literatura en su expresión más noble. Es uno de los españoles que cada año suena para el Premio Nobel, pero cuento con los dedos de una mano las personas que conozco que han leído Antagonía, y ninguna que la siga. Sin duda es necesario que haya autores así, pero sería mejor que tanto esfuerzo fuese simiente. Le han concedido el Premio Nacional de Las letras, que sin duda merece por su voluntad insobornable, y quién sabe si en el futuro surgirá una generación que se inspire en Antagonía.
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(Este trabajo se publicó en la edición impresa de Canarias7 el día 15 de noviembre)

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