Torpezas incendiarias

zzde-Espana-4053[1].JPGDesde el pasado 11 de septiembre, parece que tanto en el palacio barcelonés de la Generalitat como en La Moncloa y en varios ministerios de Madrid han entrado súcubos que han poseído a los dirigentes para que echen gasolina al fuego. Por un lado arman mucho ruido las proclamas cada vez más subidas de tono de Artur Mas y su gente, por la otra Wert casi se basta para alimentar el incendio, aunque el Presidente ha tenido el detalle de no dejarlo solo y lanzar sus arengas sobre todo en la campaña electoral en Euskadi. Hasta el Rey se ha pringado las botas, con sus reuniones con empresarios y sus veladas alusiones al asunto, con lo que tampoco ayuda. Gallardón, quién si no, se ha sumado al coro de los despropósitos, y en un solo de barítono (con música de El barbero de Sevilla, él es muy melómano) ha soltado una colección de perlas. Entre todas, destaco dos; la primera es que señala que convocar un referéndum sin la conformidad del Estado es delito, y responsabliza a quien lo convoque, lo que suena a amenaza (ya sé que dirá que no). Muy bien, declarar la intención, aunque sea veladamente, de meter en la cárcel a Artur Mas es el primer paso para crear un mártir por la causa, y cuando hay mártires es complicado dar marcha atrás. La segunda perla es de una torpeza descomunal. Dice Gallardón que si Cataluña y el País Vasco (él no diría Euskadi ni muerto) salen, España desaparece. Pues a lo mejor, que diría el otro, pero es que hay otras 15 comunidades que quedan automáticamente menospreciadas. Las palabras en política pesan mucho, y parece mentira que políticos curtidos no lo sepan. Esa cerrazón mental y esa ligereza de la lengua por ambas partes están cavando una zanja que luego va a ser difícil puentear. Es que tenemos los políticos más irresponsables e ineptos en el momento menos oportuno. El destino es un usurero, ya sabía yo que algún precio habría que pagar por un Mundial y dos Eurocopas.

3 opiniones en “Torpezas incendiarias”

  1. Asombra que políticos que se dicen experimentados, algunos de ellos (Gallardón) con décadas ocupando cargos de responasabilidad… sean tan poco políticos. Es decir, no sepan calibrar la importancia de las palabras.

  2. Nuestro asombro, no estará producido por calificar de «políticos» a unos señores que, en realidad, son meros «ejecutivos» oficiales de Empresas que, como es lógico, actúan para y por sus beneficios? Según estudié -plan antiguo, en bachillerato- político, era el ciudadano que se ocupaba del gobierno de la ciudad, la polis, sin sueldo aunque los ciudadanos le regalaban «honorarios»… Eran cosas y manías de los griegos antiguos pero, era lo clásico, o no?

  3. Los países son como los barcos. El nuestro lleva años ardiendo, desde que recibió el primer rayo de la interminable tormenta que se desencadenó en el océano capitalista en 2008. Era inflamable y peligrosa la estructura heredada de Aznar, con amenazantes vías de agua que Zapatero se cuidó mucho en disimular, e incluso agigantó. Nuestro presente es un casco a la deriva azotado por un voraz incendio, con una tripulación impotente que sólo es capaz de esperar a que el fuego se domine a sí mismo tras haber devorado el futuro de toda una generación, o dos… o quién sabe; nuestro presente es un multitudinario y atribulado pasaje, acorralado, gentes desengañadas de quienes les han traído hasta aquí, al borde de un desastre que no se atreven a mirar, que asisten mansamente al lamentable instante en que germina la semilla de la irresponsabilidad, mientras la locura que precede al pánico se adueña de los mandos, hay luchas junto a los botes, no se sabe qué hacer, se pierde el control y afloran los rencores, los impulsos mezquinos, las palabras sin medida y las torpezas incendiarias. Son malos tiempos.

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