Todo se vuelve cine, y está bien

La literatura ha sido durante décadas fuente de alimentación del cine, y algunos autores y autoras ni siquiera soñaron en que sus historias se verían reflejadas en la linterna mágica, sencillamente porque cuando escribían el invento del cine estaba en pañales y no pasaba de ser una atracción de barraca de feria, o bien porque ni siquiera se vislumbraba en el horizonte. Ocurre con Henry James, y sobre todo y más curiosamente con Jane Austen, novelistas que han llenado horas y horas de cine. En el caso de la autora británica que vivió escasos cuarenta años a caballo entre los siglos XVIII y XIX, lo suyo eran las historias que reflejaban la burguesía inglesa medio-alta, con una adoración por la aristocracia sólo comparable a la que el Gran Gastby sentiría por el mundo de los ricos más de un siglo después. Leídas una a una, las obras de Austen son muy detallistas, descriptivas y analistas de detalles que para otros autores parecerían insignificantes.
Curiosamente, este tipo de historias, a priori tan poco cinematográficas, se han convertido en una receta de éxito casi seguro, como lo demuestran taquillazos del calibre de Sentido y sensibilidad y, la última, Orgullo y prejuicio. Hay otro tipo de novelas, más contemporáneas, que ya fueron tocadas por el cine cuando se escribían, porque en el siglo XX el cine y la novela se han influido mutuamente, y eso se nota en el modo de narrar de la mayoría de los prosistas. De estas últimas hay centenares, miles, por lo que entrar en ellas requeriría un espacio enorme.
zzFoto0473.JPGPor su parte, hay otra fuente de alimentación del cine, sobre todo en las últimas décadas, que es el cómic. Este género, en el que se aúnan las viñetas y los bocadillos llenos de letras, se hace masivo a partir de los grandes personajes nacidos en la industria editorial norteamericana de los años treinta y cuarenta, con el añadido de algunas genialidades europeas del tamaño de Tin-tin o Astérix. Así, hemos tenido sagas tremendas que han hecho historia en varias generaciones, desde Superman al Hombre Araña, pasando por X-Men y el grandioso Batman, Flash Gordon y las series pseudohistóricas del cariz de El Principe Valiente. Este tipo de lenguaje pasó al cine al adaptar historias de estos personajes de cómics, y de alguna manera ha impregnado un nuevo estilo de filmar, puesto que esta manera de hacerlo ha influido también en películas que no procedían del cómics.
Los españoles somos pobres hasta para eso. El género se ha tenido que conformar con personajes humorísticos del estilo de Mortadelo y Filemón o Pepe Gotera, que salían en los tebeos de antaño, y que algunos han entrado en el cine. La dictadura también dejó su huella al crearse un personaje que es sin duda el trasunto de un caballero cruzado, el Capitán Trueno, cuyo grito de guerra era nada menos que ¡Santiago y cierra España! Se ha llevado al cine, pero de aquella manera, y mejor no hablar de Roberto Alcázar y Pedrín. Después de la dictadura surgieron otros con una intención más ideologizada, como la serie Paracuellos, de Carlos Giménez. En eso España ha sido gris, y menos mal que en los ochenta surgieron nuevas publicaciones que llevaron al cómic español por el campo de la fantasía. Ahora lo que está de moda es el Anime japonés, que proviene del manga (cómic), la mayor parte de ellos con personajes que repiten hasta la saciedad la cara, los ojos y la boca de Heidi y Pedro. Pero en Japón y en el mundo gusta.
Que personajes de cómic pasen a los dibujos animados es casi natural, y de eso tenemos muchos ejemplos, quizá el más pionero fuese Popeye, pero lo que es innegable es la gran influencia que este género ha tenido en el cine con imagen real. Las adaptaciones no suelen ser calcadas, y por ello el mundo del cómic sigue siendo muy atractivo para sus seguidores, porque no es lo mismo el Clark Kent de la gran pantalla que el Supermán de los papeles, y sobre todo cambian las relaciones del personaje central con los de su entorno.
De todo esto se deduce que el cine es una gran batidora que se ha ido alimentando de todos los géneros literarios y artísticos, pero hay que decir que también ha sido generoso, porque ni la novela, ni el cómic, ni siquiera el teatro han vuelto a ser los mismos que antes que una imagen en movimiento fuese vista por millones de personas. A cuenta del cine nos hemos ido creando una iconografía de casi todo. Probablemente Napoleón, Julio César o Van Gogh se parecen más en nuestra memoria a sus imágenes cinematográficas que a las reales transmitidas por cuadros o esculturas. Juana de Arco es un híbrido entre Ingrid Bergman y Jean Seberg, y el Coronel Lawrence tendrá siempre la cara de Peter O’Toole, aun cuando haya fotografías suyas.

6 opiniones en “Todo se vuelve cine, y está bien”

  1. Es dificil no rendirse ante Mogambo, o ¿Quien teme a Virginia Wolf?6 A Blade Runner,
    El Padrino de Marlon Brando o un Tranvia llamado Deseo, o lo que el Viento se Llevó.
    Quizás West Side History, un romeo y Julieta en un musical,
    La Tentación vive arriba o con Faldas y a lo Loco.
    La Reina del Sur o los Tercios de Flandes, de A. Pérez Reverte.
    Juana La loca con una Aurora Batista enloquecida echando la Broca a Fernando Rey porque llega tarde al Castillo.
    La Dama de Shangay o El ültimo Emperador y la Estrategia de la Aaña. La Dolce Vita, o Las noches de Cabiria.
    Belle de Jour, y los Paraguas de Chasburgo, y como no cualquier novela adaptada en el que protagonista sea Alain Delón.
    La muchacha de las bragas de Oro una novela de Juan Marsé. Gilda, y Esplendor en La hierba. Mujeres a punto de un ataque de nervios. en Fin no acabaria nunca, el cine se nutre de la Literatura, y por no dejar a Charlton Heston que exigia salir con el torso desnudo Ben Hur. Las Películas de Romanos da para mucho.

  2. Un gran artículo para nostágicos y aficionados de la gran pantalla. El Padrino siempre tendrá el rostro inolvidable de Marlon Brando acariciando un gato negro en la penunbra de su despacho, mientras decide el destino de la gente como el que despacha una barra de pan. Igual que Julio César en la adaptación cinematográfica que hizo Mankiewicz en 1953.
    A mí siempre me ha irritado que Humphrey Bogart interpretara tanto a Philip Marlowe como a Sam Spade (aunque lo hiciese de forma magistral en ambos casos, aunque con matices) porque no hago sino confundir las historias, y no sé cuál pertenece a Raymond Chandler o a Dashiell Hammett.
    También tengo la costumbre (o manía, según se mire) de poner títulos de películas a situaciones cotidianas. Por ejemplo, cuando entras en un aula de la ESO te sientes inevitablemente «Solo ante el peligro» o «Bailando con lobos», siempre entre «Mentes peligrosas», y ni siquiera «Supermán», «Batman» o Los cuatro fantásticos» podrían llevar a buen puerto ese «Titanic» que se hunde con las cabezas privilegiadas de este país. Total, que lo de ser profe es un puro «Avatar», cuando no una «Misión imposible», y lo que hay que hacer es intentar sobrevivir como uno puede para que cada día no se convierta en un «Duelo de titanes» y puedas llegar a casa a comerte una buena ración de «Tomates verdes fritos» y de postre un poco de «Chocolat» con «Un toque de canela».
    Tiene usted razón, Don Emilio, al final todo se vuelve cine, y está bien.

  3. Y que usted lo diga, y es que hay que mirar con horizontes de grandeza lo verde que era mi valle. Ya sabe, la nostalgia ya no es lo que era y estamos en un constate retorno al pasado, al origen, viendo en el paraíso Eva al desnudo y recordando lo que el viento se llevó. ¿Sigo?

  4. Como dicen que es de bien nacido, ser agradecido, debo agradecerte, Emilio, la publicación de este artículo que me inspiró el comentario publicado más arriba, y el posterior artículo que publiqué en mi blog -creo que ya conoces-.
    Ya ves, uno nunca sabe dónde puede encontrarse la inspiración. Aunque yo prefiero decir, como decía Picasso, «que las musas me encuentren trabajando».
    Quería dejar constancia de ello.
    Saludos.

  5. Como dicen los esquimales, yo rasco tu espalda, tú rascas la mía. Y esa frase que atribuyes a Picasso, lo mismo que la otra que dice se que «el arte es 98% transpiración y 2% inspiración», la he visto atribuida (ambas) a Picasso, a Rilke, a Beethoven, a Oscar Wilde, a García Lorca, a Pollok y a otros que no recuerdo. La verdad es que me gustaría saber en qué obra, en qué carta o en qué momento se dicen estas frases, que se dice que son de Fulano o Zutano y luego no aparecen en ninguna parte de su obra ni se documenta si se lo dijeron a un periodista o a una amante. Saludos.

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