La industria del apocalipsis
Dicen que hoy es el Juicio Final. Eso es lo que predica el líder evangelista Harold Camping, que describe con todo lujo de detalles episodios como «el arrebatamiento» y programa el fin definitivo del mundo para el 21 de octubre de este año. Se basa en cáculos numérico que dicen, por ejemplo, que la creación tuvo lugar el año 11013 antes de Cristo. Es decir, este visionario se olvida de la secuencia Homo habilis-Homo erectus-Homo neanderthalensis (los neanderlates desaparecieron hace unos 30.000 años cuando aparecieron los cro-magnon), ignora las eras geológicas, los dinosaurios (70 MILLONES de años)
y de todos los datos científicos que acreditan que la creación, de haberse producido tal y como dice la Biblia (que esa es otra) tuvo lugar hace cientos, o tal vez miles de millones de años, y no once mil años, que en la edad de La Tierra es un suspiro. Con este dato clamorosa e ingenuamente erróneo, deducimos que todo lo demás es un disparate, una alucinación, un cuento chino. No se comprende cómo los estados permiten que se atemorice a la gente de esta manera, porque siempre hay crédulos que pueden vivir días de verdadero pánico. Luego, no sé cómo se las ingenian, siguen adelante y buscan una explicación que otra vez es pura palabrería, que casi siempre nos emplaza a una nueva fecha. Hay una confesión religiosa que anunció la venida de Jesucristo para 1874 y el fin de los tiempos para 1890; luego aplazó estas fechas para diversos años del siglo XX. Lo raro es que, después de estas profecías fallidas, los adeptos continuaron siguiendo a sus líderes. Pues ahora pasa lo mismo, y siento curiosidad por ver cómo explican mañana que hoy no haya habido «arrebatamiento», ni Juicio Final, ni nada. Respeto profundamente las creencias religiosas, pero no tengo igual opinión de los manipuladores que se lucran de la industria del apocalipsis.
Las fábulas vienen de Esopo, pasan por La Fontaine y Samaniego y desembocan en nuestro paisano Tomás de Iriarte. En realidad son mitos que advierten sobre las flaquezas humanas, y desde luego todos estos que he nombrado se pondrían las botas con el Jefe de Tráfico de la provinvia de Soria, quien, según la Unión de Guardias Civiles, es muy exigente con sus subordinados para que no dejen pasar ni una a los conductores que sobrepasan los límites de velocidad. Pues a este señor la Guardia Civil lo ha pillado conduciendo ¡a 207 kilómetros por hora! Debió pensar que, ya que se salta uno la norma, hay que hacerlo a lo grande. Pero claro, es que él es precisamente el máximo responsable de la aplicación de las leyes encaminadas a la seguridad en carretera. Es como poner a la zorra a cuidar de las gallinas, aunque de esto hemos visto mucho en distintas instancias y sobre diversos asuntos. De alguna manera, estamos hablando de corrupción, también en este caso. Tal vez habría que hacer pasar un examen psicológico a toda aquella persona que vaya a desempeñar un cargo con poder, porque tengo la impresión de que algunas (más de las deseables) acaban por creer que son invulnerables, que están por encima de la ley y pueden hacer todo lo que se les apetezca, sin tener en cuenta el daño que pueden infligir a otras personas o a la comunidad en su conjunto. De otra forma no se entienden comportamientos como el de este señor, el del exdirector del FMI o el de Berlusconi, por poner solo tres ejemplos, porque hay muchos. Sin duda, estos no habrían pasado es examen que propongo.