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SIEMPRE CON ELEGANCIA

Mira que hay gente empeñada en ensombrecer el panorama. El índice NIKKEI o el DOW JONES de la alegría, la serena felicidad y la verdadera plenitud están en máximos históricos, no por ponderación, sino por tener conciencia de la profundidad del abismo. Decía Erasmo de Rotterdam que la verdadera alegría nace de la buena conciencia…y va a resultar que es verdad.

Hace unos días me vi con mi amigo Carlichi, disfrutando de una agradable velada en compañía de buenos compañeros. Carlichi, figura emblemática e incombustible de la noche canaria es un ser inclasificable, es absolutamente auténtico. Es un avatara de Peter Pan, en su sincera lucha por mantener una eterna ilusión, una perspectiva disruptivamente juvenil y un amor incondicional a su propio estilo. Porque Carlichi siempre marca tendencia.

En la jornada de la que hablo, conjuramos una queimada. Un entrañable compañero de Lugo me proporcionó su mejor Orujo recientemente, y no hay que buscar muchas excusas para convocar a los amigos, para menesteres tan pacíficos, como placenteros. Nuestra bruja asturiana explicó magistralmente la esencia de esta ceremonia, pero quien nos sorprendió fue Carlichi, evocando sentidos cantos de su infancia, mientras rememoraba a su padre, y a su hermano, el actor Chicho Castillo recientemente fallecidos. Queimada para dejar atrás a las meigas. Para dejar atrás los malos rollos, los problemas y solo centrarse en lo que realmente suma y aporta.

Entre las menores curiosidades del buenazo de Carlichi es que imprime los artículos de este servidor en formato DINA-3 para proceder a su tranquila lectura, en alguno de los restaurantes donde suele disfrutar de los placeres de la buena mesa. En esta línea, y entre los muros de Cumbres Borrascosas me comentó que, a su entender, hay que escribir cosas útiles, buenas y verdaderas, y me dejó pensando, pese al sopor del orujo. Estoy convencido de que nunca he sido capaz de hacer estas tres cosas en simultáneo. De lo que soy consciente, y Carlichi siempre me anima a ello, es de que solo merece la pena escribir dándolo todo. Es necesario, como hace él, asumir las consecuencias de ser tú mismo, de no pensar igual que los demás, de asumir que tu visión del mundo, aunque pudiera estar equivocada, es eminentemente única. El reto es manifestar lo que realmente alberga tu mente y tu corazón, aunque eso suponga pagar el coste de un aislamiento afectivo e intelectual. Posiblemente actuar de otra forma, sería convertirte en un charlatán, en un publicista, o lo que realmente es peor…en un político.

Pocos establecimientos, pocos locales de Gran Canaria poseen la elegancia y distinción de CARLICHI. Porque Carlichi es una marca en sí mismo, pero también es un cálido refugio donde disfrutar de una copa, de una señorial conversación, rodeado de sus más de 700 referencias. Si algo te apetece beber, me extrañaría muchísimo que Carlichi y su equipo te defraude, y puedas conversarte las mejores botellas en la mejor compañía. Por ejemplo, pocos locales de restauración donde poder disfrutar de un NEGRONI. Un amigo de juventud, de cuando vivía en Madrid, me citaba a un común elemento que estudió en West Point, de vida glamurosa y ajetreada, y que siempre solicitaba este cocktail, transformándose en un juvenil referente. El ‘Negroni’ tiene una parte de vermú rojo, una de Campari y otra de ginebra, o, lo que es lo mismo, una parte de dulzura, otra de amargura y la ginebra como un toletazo transparente que liga el bien y el mal, como la vida misma. Hallar la medida exacta es algo que requiere mucha experiencia, y por qué no…elegancia.

La restauración es uno de los sectores más importantes de nuestro país. No solo es beber y comer, es mucho más, un auténtico referente cultural. Las personas vinculadas a este sector, los buenos profesionales, profesan un auténtico arte. Pero para que surja el arte, ese arte, tiene que haber un artista al otro lado de la barra, al otro lado de la mesa. De nada sirve que alguien combine bien una serie de aditamentos, de ingredientes o de marcas, hace falta mucho cariño. Nuestro amigo Carlichi Castillo es ese tipo de profesional que tiende a convertir todo en una verdadera experiencia, algo único e irrepetible. Por eso, esté donde esté, siempre es el epicentro de la alegría, y hace falta generar mucho alborozo, para superar estos tiempos que nos han tocado.

La modernidad es alienante consumo, una cultura del ocio que nos abotarga, con la principal finalidad de un entretenimiento tan vacuo como fácil. No sé exactamente en qué momento el personal perdió los bares. No sé en qué momento preciso los pijo progres perdieron ese supuesto monopolio de la creatividad, el optimismo, la alegría y el sentido exultante de la vida para rendirse al oficialismo, al aburrimiento, a las prohibiciones, al dogma, a la oscuridad y al enervante gris de las jornadas sin ilusión. No sé cuándo ha pasado concretamente, pero ha pasado. No se trata de rememorar las tertulias del Café Gijón, pero una buena conversación, una disparatada partida de cartas, un intercambio de hilarantes experiencias, de buenos viajes,  siempre supone una buena carga de baterías. Y esas sí que son ecológicas de verdad.

Transparente amistad, camaradería sin fisuras, relaciones desinhibidas frente a esta marea del catecismo progre. No solo nos trituran la mente y el bolsillo, también quieren matar nuestro natural desparpajo y someternos a una tristeza que no nos corresponde. Me cansan estos políticos que se ven en la obligación de corregirte con lo que puedes o no puedes hacer, lo que debes pensar, cómo debes hablar, cómo debes vestir, qué es correcto y qué es incorrecto, cómo debes dirigirte a una chica, qué debes leer y escuchar. Que nos dejen en paz , renunciando a engullir gusanos y apostar por unas morcillas. Que nos dejen tranquilos  por no decir niñes, hijes y demás chorradas, que ha convertido todo en una perpetua moralina, en una constante prohibición, en una asfixiante restricción, en una fábrica de adoctrinamiento y de soberbios y aburridos dogmáticos.

Ya se me fue la olla, como siempre. Yo quiero hablar de amistad, de alegría, de buen hacer, de exquisita profesionalidad, de lealtad incuestionable, de gratificantes conversaciones, de incesantes locuras, y sobre todo de elegancia y distinción. Todo esto es lo que supone Carlichi. Todo esto y mucho más.

Luis Nantón Díaz

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POR CUBA

Si no sale en televisión sencillamente no existe. Es una aberración, pero así es. El principal sustento de este viciado sistema de partidos que sufrimos en España es que, a base de muchísimas horas de televisión, se engendra otra realidad, que se superpone sobre lo que nos muestra el día a día. Por eso aumentan las inyecciones estatales; cualquier autonomía mantiene, pese a las cuantiosas pérdidas, una o dos televisiones para el politburó regional, potentes y distorsionantes voceros de sus falacias. Los grandes consorcios globalistas ya dominan, con menos de 10 plataformas privadas, la casi totalidad de los medios de comunicación mundiales. Es el pensamiento único.

Toda esta ecuación, con vectores como la comunicación, el dinero, o el poder, consolidan esa frase aborrecible que cada día se repite más: Lo vi en la tele, salió en televisión, expresado con una ciega servidumbre, con una genuflexa sumisión, exactamente como si se le hubiera aparecido el espíritu santo. Si sale en la tele, es verdad, y punto. Y que me dicen de los debates en la actualidad, y del nivel de los ponentes, y de la carencia de disparidad en talantes y opiniones. La libertad poco tiene que ver con el espectáculo y el  anestesiante entretenimiento.

Y hablando de televisión. ¿Alguien sabe algo de Cuba? El mimetismo de la mayoría de los medios de comunicación es apabullante. En nuestra Cuba hermana se la están jugando para liberarse del yugo comunista, y aquí no se comenta nada, como si nada ocurriera, y los cubanos vivieran felices y tranquilos, disfrutando de más de sesenta años de tiranía marxista.

Desde hace meses miles de cubanos están saliendo a la calle a reivindicar las libertades que les ha secuestrado la dictadura comunista. Algunos, desde España, y especialmente desde Canarias, deseamos mandarles aliento y ánimo a esos desesperados cubanos que por reclamarle a la tiranía lo que les es propio, sus libertades, ponen en riesgo su seguridad e integridad física.  El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) ha documentado, hasta la fecha, más de 400 acciones represivas desde el día 12 de noviembre, en relación con la convocatoria de la disidencia cubana a mediados de mes. Y posiblemente no nos esté llegando nada de lo que realmente acontece, pero mucho menos es el eco que aquí se hace, siendo cómplices silenciosos de la represión cubana.

Hay otros cómplices, menos sinuosos, más directos, que apoyan manifiestos defendiendo la dictadura cubana, con rocambolescos juegos de palabras, con las ya ineficaces y casposas menciones al bloqueo y el cuento de la buena pipa. Estos personajes se alinean con la tiranía, porque hablemos claro, lo que hay en la isla es una férrea dictadura  y conviene que, en medio de tanto propagandista blanqueador del régimen, le recordemos al mundo por qué es un gobierno despótico. Además, la represión que ejercen los militares durante las manifestaciones en Cuba se centró en la plataforma opositora Asamblea de la Resistencia Cubana, quien pidió a Europa que deje de “regalar dinero” al régimen cubano. Entre las agresiones más frecuentes resaltan: retención domiciliaria con vigilancia policial (140), citaciones a estaciones policiales (88), amenazas (86), detenciones arbitrarias (102), y todo ello sazonado con permanentes cortes de internet. A los cortes de suministro eléctrico, ya están mucho más acostumbrados…

Para tener claro que Cuba sufre una asfixiante opresión, lo ideal es tomar nota de las propias palabras del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de la Constitución cubana de 2019. En una reciente intervención ante las Asambleas Municipales de Poder Popular, Díaz-Canel afirmó que en Cuba ni existe, ni se pretende que exista, separación de poderes: “En el mundo se habla mucho de la división de poderes –el poder legislativo está normalmente en las instituciones que aprueban ley, el poder ejecutivo en el gobierno y el poder judicial en los tribunales– pero en Cuba no se trabaja con la división de poderes: se trabaja con la unidad de poderes… a través de órganos que tienen funciones diferentes. Porque el concepto de poder que se usa en Cuba, en la revolución cubana, es el concepto de poder popular, el cual se construye sobre el concepto de soberanía popular. ¿Y cuándo hay soberanía popular? Cuando, como dice uno de los artículos de nuestra constitución, todo está en función del soberano. ¿Y quién es el soberano? El pueblo”. Total. Un gobierno totalitario donde el partido único, el partido comunista, se adjudica sarcásticamente la única representación del pueblo.

En Cuba lo están pasando mal, muy mal, y eso duele. Nos hemos acostumbrado, como en tantas situaciones, a mirar hacia otro lado, pero esa actitud nos desmerece. Posiblemente con la entrada de este siglo XXI alcanzamos nuestra cima como sociedad y, desde entonces, muchas cosas no han mejorado. Los móviles, la hipercomunicación y la obsesión por la seguridad tras 11S y 11M han alterado el mundo que conocemos. Ha sido tan progresivo que no nos hemos dado cuenta, pero estamos llegando a puntos muy peligrosos. Nos estamos acostumbrando a estados de alarma, a toques de queda y a restricciones de las libertades arbitrarias y basadas en gestores supersticiosos e incapaces. Por eso debemos estar atentos y no bajar la guardia. Apoyar con energía e integridad a otros ciudadanos que están luchando por su libertad. Eso es lo que ocurre en Cuba. A lo mejor así aprendemos que si la cosa continúa poniéndose fea, haríamos bien en defender los derechos que nos quedan antes de que nos los quiten. Si continuamos tragando con todas las restricciones que nos inoculan televisivamente, si tragamos con nuevas limitaciones a derechos fundamentales a cambio de nada, por una patética e infundada sensación de tranquilidad, estamos perdidos. Si aceptamos que los derechos fundamentales ya no son algo inherente a todos los ciudadanos sino solo al individuo autorizado, nunca terminaremos de arrepentirnos. Si el derecho positivo se convierte en negativo, habremos tirado por la borda muchos siglos de lucha de todas las generaciones anteriores. Y todo a causa del desdén de una sociedad enferma de ocio y egoísmo.

No silenciemos el drama que están sufriendo en Cuba. Quieren, desean y ansían libertad. Basta ya de patria o muerte, pues al final solo ha quedado la muerte. La revolución ha priorizado tanto la igualdad sobre la libertad, que llevan más de sesenta años sin igualdad, y sin libertad. Así están las cosas. Noticias que no llegan, censura en nuestros principales medios y silencio cómplice. No lo consintamos, defendiendo su libertad, estaremos protegiendo la nuestra. Por Cuba, por nosotros.