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Medallas

Voy a tardar bastante tiempo en olvidar la imagen de nuestra flamante ministra del paro, Dª. Yolanda Díaz, con lágrimas surcando su pétrea cara por el gran triunfo de arrebatarle la medalla al Mérito del Trabajo a varias personalidades de la época franquista, incluyendo al propio Franco. ¡Ya se han resuelto todos nuestros problemas! ¡Ya podemos respirar tranquilos después de medio siglo!

Lo que realmente les preocupa a los españoles son indicadores como éstos de la última semana:

El diario EL CORREO, en su sección de economía, expone que en el último trimestre se han destruido 61.000 empleos y la tasa de paro ha subido al 13%, la más elevada de toda la eurozona. 

La agencia EUROPA PRESS indica que nuestro país ha perdido en los últimos cuatro años más de 110.000 autónomos menores de 44 años. Los emprendedores, los autónomos, son el verdadero motor de la economía nacional, paisanos que lo han puesto todo, sus ahorros, sus créditos y sus ilusiones, para montar un negocio. Los sucesivos gobiernos continúan maltratándolos, diría que, persiguiéndolos, en una absurda equiparación a los banqueros del monopoli y sus negros sombreros de copa.

Mientras nuestra glamurosa ministra de trabajo lloriquea con lágrimas de cocodrilo, continúan insultando a nuestra inteligencia, afirmando que seguimos creando empleo, y que somos el motor económico de la Unión Europea. Y eso que 7 de cada 10 puestos de trabajo, de esos de los que están tan orgullosos desde Moncloa, son empleos públicos. Ya hemos superado la extraordinaria cifra de tres millones y medio de asalariados de la administración pública. Esto es absolutamente impagable, tan caro, como innecesario. Una verdadera locura.

Según el diario EL MUNDO el 32% de los españoles van a tenerlo muy mal, para poder calentar sus casas este invierno. Menos mal que vivimos en Canarias, pero resulta patético que casi un tercio de la ciudadanía deba soportar restricciones, en algo tan elemental como mantener adecuadamente su hogar. Y estos chorras nos dicen que la solución es tener edredones más grandes.

No se cómo no somos realmente conscientes de que todos nuestros problemas, paro, inseguridad, deuda externa, déficit público, inflación galopante están originados por Franco, Putin y el Almirante Nelson. Es increíble que no nos sintamos seguros y confiados, con esta panda de gañanes, que mienten más que hablan, mientras edulcoran toda una serie de magnitudes que confirman que vamos proa al marisco y ganando velocidad.

Como la coyuntura no es lo suficientemente complicada, en vez de generar cohesión, administrar adecuadamente y generar de una puñetera vez un nuevo modelo económico, estos descerebrados continúan obsesionados en sus políticas igualitarias. No se le ocurre otra cosa a Dª. Yolanda Diaz que proponer que las indemnizaciones por despido dependan de la edad, sexo y circunstancias personales. Miedo me da pensar en lo que esta gente considera “circunstancias personales”. Creo que en magistratura del trabajo van a tener que cobrar entrada para disfrutar de los “inclusivos espectáculos”.

Para mayor esperpento, en estos mismos días, otra figura gloriosa de la gestión del trabajo, de la generación de empleo, como es D. José Alvarez, secretario general de UGT, indicaba que los pésimos datos del desempleo no entrañaban nada. “Son datos muy volátiles, que se están alterando continuamente y que no aportan información veraz”. Seguro que cuando cambie el gobierno y disminuyan las subvenciones para la abusiva ingesta de langostinos, los datos no serán tan evanescentes y serán una losa insufrible de la clase trabajadora, que deberá salir inmediatamente a luchar por sus legítimos derechos. Desgraciadamente no tenemos suficientes hemerotecas, para compensar nuestra falta de memoria.

Lo más insoportable de la “izquierda caviar”, lo menos digerible de la “progresía woke” es su lastrante y obsesiva pasión por tratar a la ciudadanía como una estúpida masa de borregos. Ningún interés en resolver los problemas que nos llueven por todos lados, salvo en protegernos de nosotros mismos, que todo lo desconocemos sobre los atribulados senderos de la existencia.

Nuestros iluminados líderes no paran de legislar, restringir y coartar cualquier tipo de derechos, porque no sabemos administrarnos. Por eso es mucho mejor, gracias a su furia fiscal, que los dineros nos los administren desde el gobierno, a que seamos nosotros los que dilapidemos los recursos. No sabemos comprar comida acorde con la agenda 2030, no sabemos seleccionar juguetes inclusivos, no apreciamos la “kurtura”, estamos obcecados por la biología y no somos conscientes de los géneros que existen. El Gran Timonel de La Moncloa y sus cansinos mariachis lo quieren regular todo de la vida ordinaria, y cuando utilizan el término implicación, realmente piensan en imposición. Nos quieren a todos igualitos, dóciles y apocaditos, felices mientras la televisión nos cuenta la realidad que diariamente disfrutamos.

Nada soy y no vierto estas líneas para darle la razón al lector o para abonarme a sus miedos o fobias. Estoy aquí simplemente para volcar mi opinión, intentando fomentar el contraste, apuntalar dudas, provocar la reflexión. Necesitamos retornar a la experiencia real, ver lo tangible y aislarnos del mundo virtual que nos empapa, repleto de desprecio, mentiras y visiones sesgadas y partidistas de la situación. No tengo la verdad, ni aspiro a ello, pero clamo porque cada uno intente tomar las riendas, compensando a unos descerebrados que se ríen de nosotros, mientras tiramos a la basura el futuro. Un futuro que no es nuestro. No me canso de pensar y sentir que la vida, es una experiencia única y ha de seguir siéndolo, no podemos tener una vida ‘franquiciada’ que consuma lo mismo que otras muchas, sencillamente porque es mentira. Porque en el momento en el que nuestra tenue seguridad esté por encima de nuestra integridad renunciaremos a decir lo que debemos para decir lo que resulte más sencillo.

Luis Nantón Díaz

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Estanflación

La crisis económica que a todas luces estamos sufriendo estaba larvada desde la década anterior, por mucho que los grandes medios, siempre bien motivados a golpe de subvención, intenten disimularlo con Putin o el cambio climático.  Ya en 2018 los innumerables indicios de desaceleración económica resultaban evidentes, por mucho que ahora intenten vendernos la moto de que es algo que acaba de aparecer, algo fortuito, que nada tiene que ver con la ausencia de cordura de unos gobiernos totalitarios obsesionados con su agenda 2030.

Pese a que en EE.UU ya habían adoptado, desde hace meses, medidas similares, en la zona euro la autoridad monetaria responde con dureza ante el empeoramiento de la inflación, que supera más de cuatro veces su objetivo. Los tipos de interés se sitúan ya en el 1,25% tras dos incrementos consecutivos. El consejo de gobierno del BCE, con sede en Frankfort, actúa tarde, pero con aparente energía subiendo los tipos de interés en 75 puntos básicos, en el mayor encarecimiento del precio del dinero de su historia. Dinero que llevan años imprimiendo a espuertas, sin medida ni límite.

Con la crisis sanitaria y sus proyecciones totalitarias el problema se aplazó, pero continuaba incrementándose, con el efecto multiplicador del desastre generado por esta clase política. Si ya le daban a la “maquinita del dinero” con unas políticas monetarias de ciencia – ficción, con la dictadura sanitaria que implantaron, regaron de dinero inexistente, carente de respaldo económico. El BCE sí ha causado este caos por imprimir billetes de la nada y tener los tipos durante 12 años entre el 1% y el 0%, todo ello ha generado endeudamiento, inflación y consecuentemente contracción económica, es decir, estanflación. Es una pauta que se repite cíclicamente, pero los multiplicadores van aumentando exponencialmente. Todo este galimatías de cifras aburre, pero se traduce en el alza de precios cuando vamos al mercado, en aumentos muy importantes de nuestra hipoteca y que ya se hace insufrible cargar combustible. A nivel empresarial me ahorro comentarios…

El  precio de los suministros energéticos a finales del 2021 ya estaba disparado y nuestro gobierno continuaba prometiéndonos que pagaríamos lo mismo que el año anterior, que no nos preocupáramos, mientras recaudaba cifras nunca vistas con los impuestos derivados de esos mismos suministros. Pese a todo lo que está ocurriendo, seguimos sin valorar la independencia energética de una nación. Se sospecha, además, que no será la última, puesto que el organismo monetario pretende bajar la inflación en el 2% a medio plazo.

Al parecer, la finalidad de esas medidas es luchar contra la inflación desbocada. El problema es que, en ocasiones anteriores, siempre que se han utilizado este tipo de “soluciones”, la economía ha entrado en recesión. Esta regla se cumple siempre. Personalmente en el día a día, no observo grandes diferencias entre recesión y  estanflación, sobre todo porque uno termina angustiado por la presión que soportamos en todos los frentes, pese a que nos quieran anestesiados. Apuntan a que el BCE no causará una recesión por subir tipos, dado que la contracción económica es por la inflación desbocada y la deuda descomunal. Intentan agobiarnos limitando los consumos, que ya están mermados porque no podemos pagarlos, o por si nos quitamos la corbata, el principal problema está en gobiernos como el español, con una deuda externa desbocada y una política de gasto público de verdaderos psicópatas. Estoy convencido de que su Sanchidad se siente seguro, porque finalmente el BCE no va a continuar con sus incrementos de tipos y volverá a inyectar dinero gratis e inexistente, para que podamos seguir hundiendo la economía, mientras pintamos semáforos inclusivos.

Este pasado mes de agosto ha registrado un IPC récord en el 9,1%, por lo que no se puede hablar de que las medidas aplicadas hasta la fecha por el equipo de Lagarde hayan obtenido resultados . Por eso, intentan desviar tanto la atención hacia los orígenes del problema. Nos abruman con la crisis climática y el conflicto ucraniano, para que pensemos que esta situación se ha generado este 2022, que es algo nuevo y que ellos no tienen ninguna responsabilidad. 

La guerra en Ucrania se vio favorecida por la trampa auspiciada por EE.UU desde 2005-2014 de radicalizar a Rusia con el paño rojo de la OTAN, empujándola a cometer lo irreparable en Ucrania para aislarla definitivamente de Europa y reforzar la dominación estadounidense del continente. Resulta incomprensible que la obsesión del equipo demócrata de USA por contener la estabilización de Rusia ha hecho que el Sr. Biden desprecie la amenaza de China, la nación de mayor potencial del planeta desde hace años. Es jocoso, que los medios nos vendan a una rusia desgastada y aislada, mientras son muchísimos más los países que apoyan el entorno BRICS , siendo la ciudadanía europea la que se está pauperizando de forma alarmante y creciente.

Ninguna simpatía por el teatral presidente Zelensky, pero tengo mucha empatía y afinidad con y por los ucranianos, que están sufriendo esta terrible situación por las calamitosas orientaciones de su gobierno. Este conflicto es una guerra de Estados Unidos contra Rusia. Por tanto, la cuestión es intentar dilucidar los orígenes, la guerra civil que asolaba el Donbass y sobre todo a quién beneficia este caos.

Pero a lo que ahora nos ocupa, posiblemente el BCE recortará el crecimiento de la economía para este año por debajo del 3% y de un 2% como tope para el año próximo. Tener en cuenta que el cuadro macro de la inflación de este ejercicio superará el 7%. La autoridad monetaria va a utilizar la liquidez que “imprime” para seguir comprando deuda de los Estados miembros. De aquí a que finalice el año, los analistas consideran que un 30% de los fondos disponibles irán a parar a Italia, el 15% a España y otro 10% a partes iguales entre Grecia y nuestros vecinos portugueses.

El empobrecimiento de las clases medias es un hecho evidente, progresivo y constante. Según un informe de la OCDE: “la clase media española pierde peso y cae a niveles de los años noventa”. Atendiendo a los datos de renta neta media anual en España se considera clase media a aquellas personas que obtienen entre 9.201 (75% de la renta media) y 24.538 (200% de la renta media) euros netos anuales. En definitiva, todo esto aumenta la pérdida de poder de ciudadanos y naciones en favor de las corporaciones globales. Son los mercados los que tienen sentido de Estado, como constantemente nos recuerda el globalista George Soros. Tal pérdida de independencia gubernamental promueve un debilitamiento de la soberanía popular y de la democracia respecto de los tres poderes: ejecutivo, legislativo e incluso judicial. Día a día lo estamos sufriendo. Por eso hay que pensar en el mañana.

Luis Nantón Díaz

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Dominados por burócratas

Los apóstoles de la globalización y la agenda 2030 cada día utilizan patrones más uniformes y lineales. Uno de los más destacados es su desvarío liberticida. Por eso los nuevos gobiernos progresistas, los que rinden pleitesía a los que mandan en Davos, están obsesionados por iluminarnos con lo que debemos comer, beber o comprar y así en todas las facetas de nuestras ordinarias existencias. Deben infantilizarnos al máximo, para obtener una sociedad inmadura, indolente y carente de aspiraciones.

Justo en Davos, su Sanchidad nos ha regalado sus últimas perogrulladas, al informar al mundo que ha decidido instalar fábricas de microchips con el dinero que nos prestan, para salvar al mundo de la generalizada carestía. Sin suministros, logística ni materias primas ni posibilidad de obtenerlos. Suelta la burrada y al gran timonel se le pone cara de póker. Al menos espero que los magnates y oligarcas presentes en este foro se rieran bastante con la mermada representación española.

Si en la década de los noventa Fukuyama fue el heraldo del Fin de la Historia, el proyecto inacabado de unión europea ha sido desde los inicios, su proyecto piloto. Un complejo e ineficaz engranaje burocrático-institucional que cobró vida propia, y en el que la visión del gobernante dió paso a la competencia de oscuros hombres de negro, carentes de sensibilidad hacia las naciones y sus tradiciones, ajenos al alma europea. Los globalistas tienen siempre presente que los gobiernos nacionales deben perder protagonismo e independencia, a favor de entidades supranacionales, dónde manda gente que no sabemos quién ha puesto, ni ante quien responde.

La Unión Europea carece de una idea clara del que debe ser el elemento de partida de toda construcción política: el concepto de frontera. Comprometida en un proceso de ampliación, sujeto a terceros intereses como los de EE.UU, que parece no conocer límites, esta Europa se define no por lo que la distingue del resto de la humanidad, sino por lo que la une a la misma: los valores universales de derechos humanos y progreso. Ambos conceptos realmente peligrosos, por imprecisos, sobre todo en manos de verdaderos sicarios de las multinacionales y gigantescos fondos de inversión.

Una unidad política no se sostiene, sobre un entramado institucional sin alma. Se mantiene y pervive sobre una visión, sobre una voluntad, y eso es precisamente de lo que la actual Unión Europea carece. La Europa dominada por los funcionarios de Bruselas es una agregación de poblaciones de diferente procedencia, un conglomerado sin más vinculación que la obsesión por el consumo, pero sin principios rectores ni voluntad común. Este concepto de nación europea  es una construcción para tiempos de abundancia. Su función es la de liderar a la humanidad rezagada hacia un universo globalista, sincrético y esperpénticamente uniforme. Nos quieren a todos sumisos, multiculturales, resilientes y ecosostenibles, mientras las élites levitan entre beneficios incalculables, concentración impúdica del poder y una iluminación tan divina, como venenosa. Exultantes, con sonrisa comprensiva contemplan como voluntaria y generosamente nos bañamos en sus metaversos, algoritmos y demás regalos que nos encadenan a un anodino e incierto futuro.

Pero al lado de las truculentas tramas de la Unión Europea, las maniobras de la ONU sí que suponen jugar en primera división. Recientemente se ha celebrado la 75ª Asamblea Mundial de la Salud, donde se ha reelegido como Director General a Tedros  Adhanom, quien era el único candidato, y donde se votaron una serie de enmiendas al actual Reglamento Sanitario Internacional de 2005 propuestas por el gobierno de Biden. El vigente RSI es lo que permite a la OMS imponer una Emergencia de Salud Pública Internacional o Pandemia, que le otorga poder para iniciar contratos de orden internacional e instaurar procedimientos y normativas sanitarias. El gran problema es que ya hemos constatado, en los últimos años, la incapacidad total de este organismo para resolver asuntos tan cruciales. 

Si recordamos cuáles han sido las últimas “crisis sanitarias” nos encontramos la falsa pandemia de la gripe porcina o gripe A de 2009, el brote sobredimensionado de Ébola en 2016 y la amenaza casi intrascendente de Zika en 2019. También está, por supuesto, la pandemia que nos ha esclavizado durante dos años y que espero se clarifique con el tiempo y la distancia. Cada día resulta más evidente que no ha sido como nos lo han contado ni como lo hemos sufrido. La OMS, en su gestión, ha recibido fundadas críticas de corrupción, ineptitud y desvaríos ideológicos.

La OMS se fundó como una rama de la ONU, subordinada al control de los estados miembros y con lógica financiación de éstos, pero el engendro actual recibe financiación privada. En la actualidad, las aportaciones financieras de las industrias farmacéuticas son muy superiores a las de los estados miembros. Es natural que gran parte de sus decisiones estén supeditadas a los intereses de unas empresas famosas por “pensar fundamentalmente en el bien común”. La Alianza Gavi y Cepí, ha generado y estimulado estrategias direccionadas directamente por el potentísimo sector farmacéutico. Curiosamente  son Bill Gates y Farmaindustria los que aportan insistentemente la mayor parte de los recursos financieros. El Sr. Gates, a quien muchos admiran cómo un filántropo, anunció recientemente que está creando un equipo de respuesta ante pandemias para la OMS, denominado “Equipo de Respuesta y Movilización ante Epidemias Globales”, algo así como una policía sanitaria internacional que podría decidir cuándo los estados deben suspender o limitar las libertades, obligar a usar máscaras, confinar o cerrar fronteras y un terrorífico etc.

Estamos hablando de que las naciones, como España, deben renunciar a su independencia por lo que las modificaciones que comentamos suponen, entre otros cambios: a) Intensificar un control de todos los países y sus ciudadanos.  b) Entregar a la OMS la autoridad para reportar a otros estados miembros cuando una nación, no cumple las exigencias de la institución.  c) Otorgar al Director General de la OMS la autoridad para declarar cuándo y dónde se está produciendo una pandemia o una “supuesta” emergencia utilizando fuentes no reveladas.  d) Conferir poderes ilimitados al Director General para definir e implementar intervenciones y por último permitir a la OMS la capacidad de acceder y movilizar recursos financieros en caso de emergencia sanitaria.

Da la impresión de que los líderes de estos grandes consorcios y entidades supranacionales, a los que no elegimos ni usted, ni yo, están cada día más obsesionados con domesticar y silenciar a aquella parte de la humanidad que haya logrado sobrevivir a sus escabechinas políticas, demográficas y sus experimentos de ingeniería social. Nosotros somos cobayas. Posiblemente nuestros nietos serán algo parecido a un robot y todo para que millones de ratones sigan corriendo en la inacabable rueda de la agenda 2030 y sus limitadas libertades. Ya lo escribió Dostoyevski hace más de cien años: Si Dios no existe, todo está permitido. Pues cuidado con los nuevos Dioses de la globalización.

Luis Nantón Díaz