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Paren el Mundo que yo me bajo

Por lo visto nadie aprende del esfuerzo y la capacidad de emprender de los norteamericanos, ni de su potencia integradora de culturas, ni del pensamiento de sus grandes figuras. Lo que aprendemos de los norteamericanos es lo malo, la guerra de bandas urbanas y los tiroteos en las escuelas. Lo positivo se ignora porque necesita esfuerzo, trabajo, dedicación.
Esa costumbre demencial de entrar en una escuela con un rifle y emprenderla a tiros contra profesores y alumnos se produce secuencialmente en Estados Unidos, pero ya ha empezado a suceder con repetición en Finlandia y ahora salta a Alemania. Por mucho resentimiento que se guarde al profesor o la profesora que un día hizo o dejó de hacer algo que a juicio del pistolero era reprobable, nunca merece la muerte.
papapapa.JPGY lo que es más inexplicable, la muerte de niños que nada tiene que ver con sus demonios mentales. Es más, seguramente nunca encuentran en el punto de mira a esa bestia negra profesoral.
Matan a cualquiera, y si ya es complicado ser profesor ahora se está convirtiendo en una profesión de riesgo. También lo es la condición de alumno. Los colegios empiezan a no ser lugares de cultura, formación y convivencia para tornarse campos de tiro al blanco, y el blanco es cualquier persona que ande por allí.
Hace tiempo que casi nada tiene lógica en nuestro ámbito, y esta es una moda que ya empieza a preocuparnos, porque si hace unos días hubo un tirador sin motivo en nuestra ciudad, ayer atacaron un centro de salud en Murcia y mañana quién sabe. Los políticos lo resuelven siempre diciendo que es un caso aislado, mientras degradan por sistema y parlamentariamente la educación, y ahora encima viene la UE y remata el asunto en el nivel universitario con lo de Bolonia.
Definitivamente, nos hemos vuelto locos, o tontos, o las dos cosas.

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Recordar es apostar por la vida

La memoria es siempre un homenaje, y el 11 de marzo está para siempre en la vida de quienes vivimos. De cerca o a distancia, el horror de hace cinco años, dictado por la irracionalidad, el fanatismo y la manipulación de las religiones, que ninguna predica la muerte, pero sus administradores han hecho creer a grandes sectores de creyentes que se asesina en nombre de Dios.
Ya ocurrió con los cristianos en la época de Las Cruzadas, en las guerras de religión del siglo XVI y en la terrible Guerra de los Treinta años que en el siglo XVII enfrentó a media Europa contra la otra media y murió más de un tercio de la población. En algunas regiones de Polonia y Alemania no quedó nadie vivo. Y es que los seres humanos tienen una capacidad para el exterminio no igualada por ninguna otra especie sobre La Tierra.
569908[1].jpgPor eso hay que mirar hacia los ejemplos que nos lleven a la concordia, a la tolerancia, al respeto a la vida. La guerra nunca es la solución, y el terrorismo tampoco. Los muertos del 11-M nos obligan a mirar hacia adelante en un clima de tolerancia, pero eso ni siquiera han querido verlo las facciones que en España se devoran en los medios de comunicación (de momento).
Por desgracia, el 11-M marca el punto de salida de un clima enrarecido que muchos parecen empeñado en enturbiar más y más. Ese no es el camino, y a la gente de la calle ya le suena a fanfarria estúpida el discurso que enarbolan tanto Tirios como Troyanos. España no mereció el 11-M y tampoco merece esta generación de personajes que llevan la voz cantante en un país que parecía haber encontrado la manera de convivir en paz. A ver si la memoria del 11-M nos devuelve la cordura, porque no pueden ser inútiles tantas muertes inocentes. Hablar de paz es lo único que nos ennoblece.

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20 años sin y con Agustín Millares Sall

A veces ocurren demasiadas cosas y uno se olvida de fechas importantes. El pasado viernes, día 6 de marzo, se cumplieron 20 años de la muerte física de Agustín Millares Sall, una de las voces Agustin Millares.JPGmás insobornables de la literatura y de la sociedad canaria del siglo XX. Agustín estaba hecho de una sola pieza, como los obeliscos egipcios, no había veta por donde se pudiera resquebrajar una honestidad personal, poética y política como la suya. Era un ejemplo de vida como hombre y como poeta.
En estos tiempos de mercantilismo, donde se compran y se venden los prestigios, volver a escuchar la voz de Agustín Millares es como releer el libro sagrado de los comportamientos humanos solidarios y generosos. Uno de mis grandes orgullos personales es haber sido su amigo, y que él me diera su afecto y su amistad es para mí un galardón que no tiene precio. Poetas como él son los que hacen pueblo, hombres como él son los que elevan la amistad a los más alto.
Por eso les reenvío a esta página, en la que se publican tres poemas inéditos que Agustín escribió en plena Guerra Civil. Son poemas de juventud, pero ya tienen la fuerza y el compromiso que siempre tuvo su poesía. En estos tiempos difíciles, hay que ir a las fuentes de la honestidad, la humanidad y la generosidad, es decir, hay que volver a Agustín Millares.