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Otro abril en el que rugió La Tierra

Abril es de negra memoria para los italianos, especialmente para los que habitan la zona central de la península, que coincide con el lugar donde se unen -y por lo tanto chocan- las placas euroasiática y africana. Si trazamos una línea recta de norte a sur, desde Ancona, en la costa del Adriático, y Catania, en la isla de Sicilia, veremos que coincide con una falla subterránea que es la que da lugar a que es esta sea una zona de gran actividad geológica, donde los terremotos son frecuentes y los volcanes especialmente agresivos.
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En esa línea encontramos la ciudad de L’Aquila, que ayer fue arrasada por un terremoto, y luego El Vesubio, en la bahía de Nápoles, más abajo Strómboli y ya en Sicilia el Etna. Es la región sísmica y vulcanológica más poblada de La tierra, y por ello siempre hay muchas víctimas.
Decía al principio que abril es de triste memoria porque fue el día 7 de ese mes, en 1906, cuando tuvo lugar la última gran erupción dañina del Vesubio, que destruyó buena parte de Nápoles y mató a más de 100 personas. Fue una de tantas erupciones, pues raro es el siglo en el que el Vesubio no haya tenido media docena. Ahora lleva en silencio desde 1944, no así el Etna, que es casi constante y Strómboli, cuya última gran erupción fue en 1980 (hubo otra pequeña en 2007).
L’Aquila ha sido también azotada por la furia de La Tierra en muchas ocasiones, y los italianos volverán a levantarse y a construir sus vidas sobre los escombros de los terremotos o sobre las lavas de los volcanes, como han hecho siempre en esta zona. Se diría que aceptan su destino.

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Europa ya no es lo que era

El paseo que ha dado Obama por Europa se parece mucho a la gira de una estrella del rock. Siempre sonriendo, siempre acompañado por su esposa con un modelito diferente cada vez, dando la impresión de querer rememorar aquella mítica gira de John Kennedy y Jackie que los consagró como la pareja más glamurosa de la política del siglo XX.
En aquel viaje de los años sesenta hubo dos momentos que siempre se recuerdan, uno político y otro simpático. El primero fue cuando, para mostrar el apoyo de Estados Unidos a una futura reunificación de la entonces partida ciudad de Berlín, el Presidente dijo: «Yo también soy berlinés».
El segundo momento para el recuerdo es la llegada de la pareja a París, recibidos multitudinariamente y fascinados los parisinos por la elegancia de Jackie. Al ver que la gente estaba más pendiente de su esposa que de él, Kennedy se dirigió al público con esta frase: «Yo soy el tipo que acompaña a la señora Kennedy».
321.jpgEran otros tiempos, y ni Europa es la misma, ni Obama llega como el gran salvador pues Estados Unidos tampoco está en cima económica como entonces, ni Michelle, su esposa, puede acreditar el glamour de Jackie, aunque en su favor hay que decir que lo intenta, pero encima tiene competencia europea en Claudia Bruni, la fascinante esposa del presidente francés.

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¿Quién se cambia por Zapatero?

Yo creo que cada uno es como es y en el fondo no se cambiaría por nadie. Al poeta francés Paul Éluard le preguntaron quién querría ser si volviera a nacer y él contesto: «Yo mismo, pero más acabado». Pero si jugamos a cambiarnos por alguien, la última persona que yo querría ser esta semana es José Luis Rodríguez Zapatero.
mamama.JPGA todo el follón que hay debido a la crisis hay que añadirle el papelón que se le presenta al perder apoyos en el Congreso debido a su pacto con el PP en Euskadi, la intervención de Caja Castilla-La Mancha y la resaca del asunto de las tropas en Kosovo. A estas horas, no debe saber qué hora es ni dónde está, pues en poco tiempo se ha tirado 12 horas de ida y otras 12 de vuelta hasta Chile para hacerse una foto con Biden, el Vicepresidente norteamericano. Luego está lo del G-20 en Londres, La OTAN en Bruselas, La Alianza de Civilizaciones, el encuentro en Praga con Obama y el rebote del PP por haber metido en canales judiciales la Ley de Caja Madrid. Y eso por enumerar solamente lo gordo.
Da vértigo sólo pensar en una agenda así, y lo más curioso es que él parece muy a gusto. Eso se supone que es gobernar, pero yo estoy convencido de que, ni aun siendo un superhombre, se puede tener controlado tanto asunto. De todas formas, le deseo la mejor gestión posible por la cuenta que nos trae a todos.