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Muros y volcanes

Los chinos construyeron una muralla para defenderse de los mongoles, y eso hoy nos parece una barbaridad; he oído decir que fue, además, inútil, porque un ejército bien pertrechado la podría derrumbar. Pero resulta que no, que la muralla sirvió, y algo de eficacia deben tener los muros cuando aún siguen levantándolos.
amur.JPGCayó en 1989 el Muro de Berlín, y hemos estado casi un año celebrando los veinte años del episodio. Mientras tanto, se levantan muros en Palestina, en el Sahara Occidental y en la frontera entre Estados Unidos y México. Hay otros muros en el mundo pero a nadie parecen importarle porque todos causan dolor a personas que no pertenecen al llamado Primer Mundo.
Hay que ver la que se ha montado con los problemas aéreos derivado del volcán irlandés, porque atañe a los rubios ricos. Mientras tanto miles de chinos siguen enterrados entre los escombros de un lugar recóndito lindante con el Tibet. La gran montaña se ha vuelto a mover, como se movió hace un mes la otra cima del mundo en Los Andes. Pero, claro, eso importa menos. Nos preocupamos porque un volcán nos afecta y toda Africa, América Latina, Oriente Medio y gran parte de Asia hace décadas que están bajo el volcán de la miseria, la violencia y la injusticia. Y es que somos así.

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El «Y TÚ MAS» y los neumáticos Magnum

aneuma.JPGLa corrupción que se ha enseñoreado de una parte de la política y sus aledaños es un cáncer para la democracia. Los partido políticos deberían ser los primeros guardianes de la limpieza, pero estoy hasta las narices de que cuando se habla de un caso de corrupción siempre sale el adversario echando en cara las corrupciones pasadas de su oponente. El lenguaje es siempre una trampa, porque delata inconscientemente. En este caso no hay que invocar a Freud, es todo muy claro y grosero. Cuando alguien utiliza el «y tú más» está reconociendo implícitamente que es corrupto, porque viene a decir aquello de que los míos son corruptos pero los tuyos también.
Y estos señores, que ocultan corrupciones, que viven una vida de lujo que no se justifica con su sueldo, son los que nos piden el voto en las elecciones. Digo yo que pensarán que somos tontos, como aquel sketch de humor negrísimo que tanta fortuna hizo hace unos años: «Ponga en su vehículo neumáticos Magnun, los de más glamour, que han sido usados por los campeones del Mundo de Fórmula 1 Jim Clark y Ayrton Senna, el actor James Dean, el escritor Albert Camus, el general Gutiérrez Mellado, el coronel Lawrence (Lawrence de Arabia) y los cantantes Nino Bravo y Cecilia. Y, el colmo del glamour, son los que usaban en sus coches la bailarina Isadora Duncan, el diplomático y play-boy Porfirio Rubirosa y la princesa Grace de Mónaco. No lo dude, ponga en su automóvil neumáticos Magnum». (*)
Señoras y señores que se han profesionalizado en la política: muestren un poco de seriedad, y ya que no pueden con un máximo, al menos intenten un mínimo de honradez. Con tales antecedentes, quieren que les sigamos comprando su marca.
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(*) Todas las personalidades citadas en el sketch murieron en accidentes de coche o moto.

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Sindicatos, universidad y libertad de expresión

Democracia. (Del gr. δημοκρατία).
1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2
. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.
Eso es lo que dice el diccionario de la RAE, y La Constitución de 1978 dice en su artículo 7: «Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos».
accc.JPGNo hace falta ser catedrático constitucionalista ni experto filólogo para deducir de ambos referentes (y de algunos más referidos a la libertad de expresión) que los sindicatos pueden defender, además de los intereses económicos de sus afiliado, sus intereses sociales. Por eso es absolutamente democrático que un sindicato muestre públicamente su parecer o se manifieste corporativamente sobre el devenir político y social del Estado, como pueden hacerlo los partidos políticos, las confesiones religiosas o cualquier grupo social. Se puede estar o no de acuerdo con lo que se manifiesta, pero lo que sí hay que defender es el derecho a decirlo, por el inalienable derecho a la libertad de expresión, que es uno de los pilares de la democracia.
Por ello creo que los altos dirigentes del PP, desde su Presidente a su Secretaria General y otras figuras relevantes del partido, se agarran a un clavo ardiendo cuando afirman que es antidemocrático que los sindicatos y la universidad Complutense participen en acto de apoyo al juez Garzón. Es justo al revés: cuando se ejerce la libertad de expresión se están engrasando los engranajes de la democracia. Eso es lo que han hecho los sindicatos, los catedráticos, los actores y muchos ciudadanos en las columnas de la prensa o en la calle con su presencia. Aplicar la ley del embudo sí que es antidemocrático. ¿Es democrática la presión sobre los jueces que ejerció el PP durante el proceso del 11-M? ¿Calificaría de antidemocrática la presencia del PP o de la jerarquía católica en manifestaciones recientes? Yo no, ejercen un derecho, como ahora los sindicatos y la universidad, y la Constitución dice también que la ley es para todos en todos los sentidos, no sólo en el que atañe a Garzón.
Y, tratando de ser ecuánimes, sí que creo que chirría la presencia en el acto de Gaspar Zarrías, siendo Secretario de Estado y por lo tanto miembro del poder ejecutivo. Digamos que podría haberse ido al cine, porque acudiendo al acto atrae las críticas no sólo hacia su persona sino sobre el Gobierno como ente abstracto. Y hasta ahí, no más, porque la puesta en escena farisaica de rasgarse las vestiduras y el griterío que corea peticiones de dimisiones y ceses es la ley del embudo, o, remachando en lenguaje popular, coger el rábano por las hojas. Claro que, mientras se arma ruido con estas cosas, no se habla del fondo de la cuestión: El caso Gürtel.