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La ortografía sigue igual

Pues los señores académicos (académicas hay muy pocas) me han dejado con tres palmos de narices, ahora que iban a resolver a mi favor las eternas discusiones que demandaban una reforma de la ortografía acorde precisamente con las reglas ortográficas. Pero nada, debe ser que no han tenido el valor de arrostrar con un gran cambio, o que las academias americanas han pesado mucho, o las empresas editoras han influido porque ello suponía revisar muchos tomos en proceso de edición… Me creo más esto último porque finalmente la causa siempre suele ser el dinero.
aaa8737_0027_s[1].jpgMoreno Alba, el académico mexicano que explicó en rueda de prensa la marcha atrás dada en la reunión de Guadalajara, dijo que finalmente en la ambigüedad del lenguaje está la poesía. Le quedó muy bonito, pero no deja de ser una tontería, porque, si lo ambiguo es poético, la narración se basa en la precisión, y la lingüística es una ciencia aplicada que está en medio, la norma ideal, que es la que tiene que defender una academia. Luego vienen los poetas y se saltan las reglas, los narradores estrujan el lenguaje para maniobrar con las situaciones y manipular a sus personajes, y hasta los directores de teatro cambian los significados sin alterar una sola letra, porque el tono dice tanto como el contenido cuando se trata de lenguaje oral. De manera que vuelvo a lo de siempre: los creadores no deberían ser académicos, porque la Academia es la policía de la lengua y los escritores son los que fuerzan las cerraduras. Y esto que ha pasado ahora ocurre porque no se ha impuesto la ciencia a la poesía, que es para eso para lo que se crearon las academias.

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La Constitución

Los americanos tuvieron desde luego una visión de futuro tremenda cuando redactaron su constitución hace más de doscientos años. Hay que tener en cuenta que la mente luminosa que la gestó fue nada menos que Thomas Jefferson, un personaje cuyas dotes intelectuales a menudo quedan eclipsadas por su enorme peso político, pero que es sin duda el gran artífice de la Revolución Americana puesta en papel. Sabía que las cosas irían cambiando y que la constitución no aguantaría tal y como ellos la redactaron. Para ello se ideó un sistema muy brillante, que es el de ir añadiendo enmiendas que invalidan lo anterior y adaptan el texto a la actualidad.
aleon congreso[1].jpgEs decir, hace dos siglos largos, los norteamericanos fueron capaces de hacer una constitución dinámica, que por eso mismo sigue en vigor y es a día de hoy una de las mas antiguas del mundo. Piénsese que en toda su historia, aunque es corta, EEUU ha tenido una sola constitución, mientras que en España en ese mismo tiempo pasan de la docena, y la que tiene el récord de permanencia es la actual, que cuenta con 32 años. Inspirada por el deseo de libertad pero asesiada por el miedo, la Constitución de 1978 fue construida con tantos mecanismos de seguridad que ahora mismo hacen casi inviable en la práctica una reforma actualizadora.
Son tan fuertes los lazos con que la amarraron, que para reformarla es necesario un consenso importante y su proceso abarcaría largos meses y dos legislaturas. Sabiendo cómo es el carácter español de ir siempre a la memoria para machacar al contrario (sostenella, no enmendalla), ahora mismo esto no es posible, y con la crispación que se toman las cosas no veo que en un próximo futuro pueda haber acuerdo para ello. En todo caso, ya es mucho para nosotros que haya aguantado 32 años, y aunque sea imperfecta (ya he dicho alguna vez que la Constitución de 1978 es inconstitucional) ojalá nos dure hasta que llegue el día en que para los partidos políticos pese más el Estado que la próxima convocatoria electoral.

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Mujeres, violencia y visibilidad

aitur2.jpgAcaba de publicarse el libro Desvelos, una espléndida colección de relatos de Teresa Iturriaga Osa con motivo del Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, que parte de la realidad de las protagonistas, que han depositado su confianza en la escritora para que sus historias, todas terribles y a la vez esperanzadoras, sean conocidas. Este libro está publicado por la Consejería de Política Social del Cabildo de Gran Canaria, pero es una obra universalizadora, porque la violencia contra las mujeres es desgraciadamente muy común en todas partes y la valentía de ellas es también muy generalizada. Se trata de una llamada a luchar contra el miedo, que es el peor lastre que un ser humano puede arrastrar. Y es literatura universalizadora también porque las ocho mujeres protagonistas son de distintos lugares del planeta, lo que nos dice que esa idea machista de superioridad del hombre sobre la mujer no tiene una adscripción cultural, social, religiosa o geográfica concreta.
Es evidente que este libro tenía que ser escrito por una mujer, y desde luego no se ha podido elegir mejor, porque a su condición femenina Teresa Iturriaga une una visión poética del mundo (la poesía no son solamente flores y mariposas) y una prosa afilada que es capaz de elevarse usando palabras de uso cotidiano. Porque la literatura no está en el amaneramiento sino en la potencia que nace del talento de quien escribe. Las mujeres han llegado al mundo visible para quedarse, también al de la literatura.
aitur1.jpgY parece que también se están enterando los clubs cerrados donde los hombres han sido los únicos durante siglos. El jurado del Premio Cervantes debe haberse percatado este año de que ya nadie se creía que otra vez dejasen fuera del palmarés a Ana María Matute. En realidad hace veinte años que tendrían que haberle otorgado el galardón, porque independientemente de si es mujer u hombre estamos hablando de una de las voces más genuinas de la narrativa del último medio siglo en nuestra lengua. Es decir, si hacemos un listado de una docena de nombres con un perfil determinado para merecer el Cervantes, Ana María Matute habría entrado en esa lista desde que se convocó el premio por primera vez, hace 35 años.
Esta vez, los sesudos miembros del jurado se han dicho que no había manera de postergar el premio a esta mujer. Bien podrían haberse saltado el orden natural de las cosas y dárselo a Juan Goytisolo, que no es mal candidato, como hicieron antes colando a Ferlosio y a Marsé, que también lo merecen, pero por generación y por permanencia le habría tocado antes a Ana María Matute. A Marsé se lo dieron hace dos años, pero llevaban diez diciendo que era una vergüenza que él no lo tuviera, y nadie nombraba ni por asomo a la galardonada de este año.
Que quede claro que todos los autores que nombro son importantes y merecedores del máximo reconocimiento, lo hayan obtenido o no, pero sus primeras novelas son de la década de los cincuenta, y algunos rozando 1960, mientras que Ana María Matute está dando guerra desde la década de los años cuarenta. Siendo todos grandes novelistas, a AMM le correspondería en el escalafón del Cervantes inmediatamente después de Cela, Torrente Ballester y Miguel Delibes. Pero bueno, bien está lo que bien acaba, y la verdad es que los premios no son otra cosa que un retrato de la sociedad más que un galardón al escritor o escritora. AMM sería igual de grande y quedaría en la historia de la misma manera sin el Cervantes. Ninguna falta que le ha hecho el otro gran premio, el Nobel, a Tolstoi, a Galdós, a Joyce, a Nabokov o a Borges. En realidad los premios son flor de un día, y muestran más de quienes los dan que de quienes los reciben.
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Desde Jane Austen a la actualidad, las mujeres cuando escriben entran siempre con el bisturí en lo importante, incluso cuando escriben novelas supuestamente de entretenimiento, como hicieron Agatha Christie o a ratos Doris Lessing. Por eso ahora, cada vez que veo un nuevo libro firmado por una mujer miro a ver qué problema humano le interesa, porque siempre es así. En el caso de Teresa Iturriaga, se ve claro que en este volumen se inclina por la igualdad, y es importante observar que hay muchas escritoras que no desperdician munición, como Dolores Campos-Herrero, que en el tema de la igualdad de la mujer nunca daba puntada sin hilo.
Dice Lucía Bosé que ella se tiñe el pelo de color azul para hacerse visible; es verdad que cada vez más las mujeres ocupan espacios que antes eran exclusivamente para los hombres, pero eso solo ocurre en algunos sectores, y es curioso que en el de la cultura, que debiera ser la avanzadilla del pensamiento y las costumbres, siga habiendo semejante discriminación. Repito datos: de 46 académicos, 5 mujeres; de 36 premios Cervantes, 3 mujeres. Está claro.

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Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 el pasado miércoles. LAS ILUSTRACIONES SON DEL LIBRO Y LA AUTORA ES SIRA ASCANIO.