Uno de los grandes
Con Blake Edwards desaparece uno de los grandes maestros artesanales del cine, que a la vez tenía un talento creativo enorme. Es de la estirpe de Billy Wilder y Satanley Donnen, que conformaron una generación de oro heredera del maestro Ernst Lubitsch, que lo mismo transitaba la comedia con maestría que se internaba en el musical, el drama o en cualquier otro género, y siempre con solvencia y un estilo propio.
Para que Blake Edwards estuviese con letras muy grandes en la historia del cine bastaría mencionar Breakfast at Tiffany’s (Desayuno en Tiffany’s), donde Audrey Hepburn se convierte en el icono de la elegancia que hoy conocemos, una obra maestra. Si quisiéramos inscribirlo en la comedia del absurdo, su mascarón de proa sería la película de culto El guateque y lo más popular la desternillante saga de La Pantera Rosa; en la mejor comedia sin duda inscribiríamos La carrera del siglo y Víctor o Victoria y en películas inolvidables Días de vino y rosas, con Lee Remick y Jack Lemmon en la cima de su arte. Tal vez su última etapa no fue tan brillante, pero él mismo no pudo superar el listón, que se había puesto tan alto en los años sesenta. Se va uno de los grandes, nos queda Stanley Donen.