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El bosón de Higgs

zzzacele.JPGParece que ese artefacto inmenso que han construido en el centro de Europa es capaz de materializar la partícula más pequeña del universo. Es curioso cómo en estas cuestiones lo extremadamente pequeño y lo inmensamente grande se dan la mano. El mundo subatómico es una demostración de lo poco que puede hacer el ser humano por controlar la vida. Nuestro propio cuerpo se compone de una cantidad tan grande de elementos diminutos que la ciencia aun está en pañales sobre muchas cosas, y la mayor parte de las veces los remedios médicos funcionan con el sistema ensayo-error. Si hablamos del universo entramos en una dimensión que casi no se puede pensar. Que hombres como Einstein, Hawkings o Higgs hayan sido capaces de teorizar sobre factores físicos que rozan la irracionalidad es admirable. Que el CERN (así se llama esa instalación suiza) haya podido encontrar físicamente algo que hasta ahora solo estaba en la cabeza de Higgs tal vez nos venga a decir que llegará el día en que podremos utilizar las curvaturas del tiempo o atravesar a voluntad un agujero de gusano que nos lleve a lugares a los que para llegar necesitaríamos millones de años. No sé si ese descubrimiento incide en la mejoría de la vida en La Tierra, aunque estoy convencido de que la ciencia pura a la larga nos hace mejores, porque teorías que durante siglos solo fueron hipótesis se han convertido en realidad en nuestro tiempo, y muchos de los avances no habrían sido posibles sin esos cálculos que en el momento de su enunciado pudieron parecer inútiles. En este julio en el que las únicas buenas noticias son de fútbol, algo como encontrar el bosón de Higss me parece esperanzador.

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Triplete y tal, pero ya vale

Me gusta ver un buen partido de fútbol, y es verdad que España juega muy bien. Ha ganado el triplete, algo que nadie había conseguido, y ya empiezan algunos a pensar en dar un maracanazo en el Mundial de 2014 y subírsele a las barba a Brasil en su propia casa. Yo, a estas alturas me lo creo todo, pero sigo pensando lo mismo: es simplemente fútbol, un juego. Que España haya ganado es mejor que lo contrario, pero si ya se pasaron hace dos años con las fiestas del Mundial, seguir ahora con millones de personas en la calle vitoreando a una guagua descubierta que apenas se vislumbra a lo lejos me parece algo cercano a lo esotérico. No veo diversión en estar apretujado bajo un sol de justicia, en medio de una multitud vociferante; es volver a los ancestros, zzLa Euro de los Renaldinhos[1].jpgdesempolvar el espíritu de tribu, una especie de identificación con algo que es solo una idea, y los dioses se acercan a los mortales. No importa que queden muy lejos, que solo se les vea pasar un instante, se supone que lo importante es estar ahí para que esos seres del Olimpo vestido de rojo derramen sobre los humanos su gracia, aparte del dinero que cuesta todo ese dispositivo. Ya sabemos aquello de «pan y circo», pero es que hay poco pan. En resumidas cuentas, una papanatada, con todas las cadenas conectadas en directo durante horas, esperando que al final, un dios suplente, el portero del Liverpool Pepe Reina, ensarte una ristra de chorradas a cual más repetitiva. Pero hay que reírse, hablan los dioses. Y el Jefe del Estado, mortal al fin, recibe obnubilado a unos muchachos que lo único que hacen es dar patadas a un balón. Sí, crean ilusión, y está muy bien, pero estos festejos de cuentos de hadas ya cansan. Son (bi, tri, tetra) campeones, pero no son unos héroes. Como decía alguien en las redes sociales, héroes son los que luchan contra el fuego en los bosques valencianos, los que viven el día a día toreando dificultades, los que pasan noches en vela cuidando de los suyos. No nos engañemos, la Selección Española de Fútbol es un grupo de chicos multimillonarios en pantalón corto que juegan muy bien al fútbol (el dinero que cobran es otro asunto, no menor). Es cierto que sus triunfos generan alegría y dan un respiro, pero nada más. De manera que ese viaje a Kiev de Rajoy es justo la imagen que no quería ver en el presidente de un país que, en estos difíciles momentos, necesita creer que sus dirigentes están en lo que están, no gritando «gol» en un palco. Así que, ya vale.

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Liderazgo

zgDSCN36t78.JPGEn los momentos complicados de la historia, se necesitan liderazgos claros. No hay que entender mal su significado, pues no se trata de encontrar caudillos iluminados que conduzcan al pueblo en el paso del Mar Rojo, sino que tengan un proyecto claro y que sepan transmitirlo. A eso seguramente es a lo que llaman carisma, una persona que señale y ejemplifique la actitud colectiva, y que, como señala Maquiavelo, represente un estado de ánimo a menudo distinto al de los otros, para así transmitir que sabe la ruta sin titubeos. Y es precisamente eso lo que falta en los dos partidos que conforman el Gobierno de Canarias. Sus máximos representantes fueron candidatos únicos en los congresos que acaban de celebrar sus formaciones y en los dos casos obtuvieron poco más de la mitad de los votos de sus correligionarios. Formalmente es correcto, es democracia pura, la mitad más uno, y eso estaría bien si hay dos candidatos, pero habiendo solo uno y que la otra casi mitad vote en blanco tiene un significado muy rotundo: su liderazgo partidario está como mínimo en entredicho, y más si importantes figuras han escenificado su oposición. ¿Qué liderazgo social podemos esperar de dos políticos -ahora Presidente y Vicepresidente del Gobierno de Canarias- que ni siquiera son capaces de aunar voluntades en sus respectivos partidos? Seguramente hay demasiado intereses que no alcanzo a vislumbrar, pero en buena lógica, si yo fuese uno de esos políticos no aceptaría esa pírrica victoria, nombraría una gestora y convocaría una nuevas elecciones a las que, por supuesto, no concurriría? Me dirán que es cosa interna de los partidos; pues no, porque todo eso es un entramado democrático que tiene como fin el interés general de la sociedad, y con este paisaje no veo yo ningún faro que nos permita atisbar algo de ilusión y esperanza.