Feminicidio
El feminicido (dicen femicidio quienes lo traducen directamente del inglés) es el asesinato de mujeres, y aunque se suele decir que es por razones de género también hay motivaciones políticas, ideológicas y prehistóricas (seguramente será lo mismo). El caso es que, en México, especialmente en la zona norteña de Ciudad Juárez, matar mujeres es casi un deporte, y en Centroamérica pasa lo mismo. La mujer es una propiedad del hombre y matarlas es la máxima ofensa que se puede inferir a un padre, a un marido o a un hermano al que quieran castigar. En los años noventa esto sucedía en la guerra civil de Guatemala, y en un país tan pequeño murieron 200.000 mujeres y otras cien mil fueron violadas. Allí donde llegan los uniformados, sean soldados, policías o paramilitares, la vida de una mujer es una moneda de cambio. Ahora, la guerra tiene que ver con los cárteles de la droga, y también usan este tipo de crímenes para dejar bien claro al rival (generalmente otro machote) quien manda, y por eso les matan a «sus» mujeres. Esto, que parece sacado de la novela más enloquecida de Roberto Bolaño (2666), es la normalidad desde Río Grande hasta el Canal de Panamá. He rebuscado en el diccionario para encontrar un término que aplicar a esta situación y no lo he encontrado. La palabra horror parece un eufemismo ante tanta animalada. Al mundo parece darle igual, y esa es la razón por la que creo que la lucha por la igualdad de la mujer no ha hecho más que empezar, y no me olvido de las lapidaciones y crímenes de honor que son habituales en otras culturas del planeta. Si en alguna zona del mundo hubiera una matanza sistemática de rubios, bajitos, bebedores de cerveza o aficionados al surfing, seguro que ya se habrían tomado medidas eficaces. Pero las víctimas de los crímenes programados que se cometen en México, Guatemala, El Salvador, Irán, La India o Nigeria son simplemente pobres mujeres del Tercer Mundo. ¡Ah! Y en Turquía y China, que no sé ya a qué mundo pertenecen.