Un estroncio para el Estadio Insular
Desde que tengo uso de razón, Gran Canaria es la isla de los debates inacabables que a menudo abortan proyectos que tal vez fueron interesantes. Esto ocurre elevado a la enésima potencia en su capital. Incluso durante la dictadura franquista, cualquier cosa que fuera a moverse era objeto de discusiones infinitas, como sucedió con la Ciudad del Mar -que salió adelante- o con el tren aéreo -que se atragantó-. Mover una piedra cuesta una letanía de argumentos a favor y en contra, y casi siempre ocurre porque el espacio es breve y hay que aprovecharlo, o protegerlo, o utilizarlo, o salvarlo… Qué sé yo. El Auditorio hizo correr ríos de tinta antes de ser una realidad, y me pregunto por qué tanto debate si al final no deja de ser un edificio que ocupa menos espacio que cualquier mamotreto de viviendas de los que hay por la misma zona y que nadie ha debatido. La circunvalación, más de lo mismo, el Guiniguada ni te cuento. Hubo un tiempo en que se debatió si el nuevo estadio llevaría o no pista de atletismo, la pusieron y nadie ha hecho allí una carrrera. Del rockódromo ya ni se habla, La Gran Marina se disolvió y aquí lo único que parece normal es el Puerto, seguramente porque tiene vida propia. Todo lo que uno enrama viene otro después a desenramarlo, no porque no le guste sino porque no lo ha hecho él. Ahora el objeto de deseo es el viejo Estadio Insular de Ciudad Jardín. Como puede producirse un debate sobre si poner alli un borulo o un estroncio, yo me inclino por lo segundo. Se preguntarán qué es un estroncio; ni idea, pero ya nos iremos enterando si lo instalan. Pasa siempre.
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(Esta es la única foto que he podido conseguir del estroncio. ¡Bonito artilugio, eh!)