¿Desidia o estrategia?
Nadie quiere entrar a saco, pero la violencia latente y expresa en nuestra sociedad está tomando tintes preocupantes. Esta violencia se huele cuando salimos a la calle, se ve apenas alguna cosa no salga como estaba prevista y es moneda corriente en algunos espacios ciudadanos. Hay grupos de jóvenes que han hecho de la calle su hogar, y cuando pasas junto a ellos procuras no mirarlos a los ojos, porque si lo haces reaccionan como los perros de combate, se te lanzan al cuello simplemente porque eso les divierte. Hubo un tiempo, hasta hace no demasiados años, hablábamos de la droga como causante de la violencia, porque un toxicómano con el síndrome de abstinencia no conoce a nadie y es capaz de cualquier cosa. Ahora ya no sólo es la droga, es una forma de conducta. En los patios de recreo de los colegios abunda la violencia y el acoso; es una quimera hablar de autoridad en el sentido más noble de la palabra. En muchos centros educativos funcionan verdaderas mafias, donde impera la ley de la fuerza, y muchos docentes pueden certificar que hay niños que traen de su casa el bocadillo a uno de estos matones de doce años, porque si no se la juegan. No estoy siendo alarmista, y al que piense así le sugiero que dé una vuelta por los colegios y pregunte al profesorado, que se ve impotente para combatir este tipo de extorsión, que sobrepasa el terreno docente para adentrarse en el policial. Mientras tanto, algunos poderes públicos, siguen socavando el prestigio del profesorado haciendo circular supuestas informaciones sobre los conocimientos de los profesores que se examinan de oposiciones, y que son directamente mentira porque esos no son los contenidos de las pruebas y, además, si lo fueran no se podría realizar esa estadística puesto que hablamos de docenas de tribunales que funcionan de manera independiente. Y así están fabricando una bomba social de espoleta retardada. Si fuera desidia ya sería muy grave, pero da la impresión de que responde a una estrategia, y ya para eso no tengo palabras. Qué pena.