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«La mirada de Dios» de Maragall

No ha sido la sonrisa de Julia Roberts, ni el paseo enigmático de John Malckovich, ni el cambio de alfombra roja por negra lo que más me ha impresionado de lo que he visto en los medios sobre el Festival de Cine de San sebastián. Ha sido la mirada perdida de Pascual Maragall, de quien se ha hecho un documental que se ha proyectado en el festival. Padece Alzheimer, y contarnos el día a día del proceso contribuye a la sensibilización de la sociedad contra un mal que peor que la muerte, porque significa la pérdida de identidad.
zbDSCN3263.JPGCuando el Alzheimer está muy avanzado, los enfermos miran al vacío, de una forma tan aterradora que parece que lo adivinan todo, que lo saben todo. Quién sabe si será así, por eso la llaman «La mirada de Dios», y es un contrasentido porque esa mirada indica justamente lo contrario: que no se están percatando de la realidad inmediata. He leído que en Canarias el índice de Alzheimer es mayor que la media española, y eso es tremendo, porque, además del drama del enfermo, está la familia. Un hogar donde se da esta circunstancia cambia por completo, y al ver escenas del documental de Maragall se ve la diferencia en afrontar el problema cuando hay medios económicos, porque cuando estos son limitados o no existen significa el desmantelamiento de la convivencia. Hasta para morir con dignidad hace falta dinero.

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A la caza del funcionario

El Diputado del Común ha perdido una preciosa oportunidad para no meter la pata. Iba a decir callarse, pero como dicen que hay libertad de expresión cada cual puede decir lo que quiera. zdiana-espalda[1].JPGClaro, que esa misma libertad lo hace responsable de todo lo que diga. Uniformar a los funcionarios puede estar bien, mal o regular, yo les aseguro que muchas mujeres funcionarias lo agradecería porque así no tendrían esa angustia matinal de «¿qué me pongo?». Pero una cosa es uniformar a los funcionarios y otra hacerlo para que la gente los distinga cuando estén tomando café. Si se estima que hay dejación laboral, hay mecanismos para combatirla, pero lo que propone el señor Alcaide es señalarlos con una letra escarlata o con un vestuario de castigo para escarnio público. Supongo que, como preguntó Lot a Dios antes de que este destruyera Sodoma y Gomora, habrá algunos funcionarios que cumplen. Pero esos también estarían señalados. Lo siguiente es dibujarles una diana en la espalda, porque por lo visto todos los males de esta sociedad tienen su origen en el café de los funcionarios. Digo yo que, ya que tanto se exige a quienes cobran del erario público, el Diputado del Común podría tener un poco más de prudencia cuando pone en la picota a un colectivo que ya sale demasiado en los chistes de Forges, y con sus declaraciones los ha convertido a todos en sospechosos. Y generalizar es injusto. Mientras tanto, podría dedicarse a denunciar las subidas del IBI y otros abusos que se cometen sin que muevan un dedo quienes tienen la responsabilidad de hacerlo. ¿O es que quieren privatizar la función pública?

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El accidente de Barajas

El 20 de agosto de 2008 se estrelló al despegar en Barajas un avión de Spanair que iba con destino a Gran Canaria. Murieron 154 y sólo hubo 18 supervivientes. Desde entonces, nadie ha arrojado luz sobre el asunto y hay muchas preguntas sin contestar y seguramente responsabilidades que establecer. AENA tira de la brasa para su sardina, los controladores de Barajas lo mismo, la compañía aérea no convence sobre las acciones de mantenimiento, no se entiende por qué no se cambió de avión cuando se produjo la primera avería que retrasó el despegue, los fabricantes americanos del avión tratan de salvar la imagen de su marca, las compañías de seguros están a ver cómo se escabullen y las comisiones de investigación del accidente (la técnica y la jurídica) en Belén con los pastores. Por muy laberíntica que sea la situación, a mí no hay quien me haga creer que, con la tecnología que hoy existe y con los datos con que hoy se cuentan, después de dos años no se haya contestado a ninguna pregunta y que no haya un dictamen técnico definitivo como Dios manda.
zbarajas.JPGHan pasado más de dos años, y ni a los seis meses, ni al año, ni nunca, los políticos de aquí y de allá, que son los representantes legítimos de los ciudadanos (y por lo tanto de los accidentados) han estado en su sitio. El Gobierno de Canarias y el Ministerio de Fomento tendrían que haber hecho valer las leyes, exigiendo, ordenando y obligando a resolver el asunto, porque en democracia cuando hay que dar un golpe sobre la mesa, se da. No estamos hablando de un equipo de fúbol que pierde un partido importante y los jugadores, los directivos y el entrenador no comparecen en rueda de prensa. Hablamos de 154 vidas humanas segadas todavía no sabemos por qué.
Y los políticos se suben al carro dos años después, cuando una cadena de televisión emite una serie de ficción basada en el accidente (no entro en eso, es otro tema y bastante menor comparado con lo sucedido, la chapuza que se ha hecho después y las imágenes reales que una y otra vez emiten los noticiarios o los supuestos y morbosos documentales). Ahora sí que salen los políticos a decir lo que ellos creen que los demás esperan oír. Eso es demagogia populista, porque yo los creería si hubieran presentado una pregunta parlamentaria sobre la investigación, si se hubieran ocupado de mover los hilos que tienen a su alcance para impulsar el esclarecimiento de los hechos, y sobre todo que se hubiera hecho a su debido tiempo. Ahora es tarde, ya se les ha visto el plumero. Lo de la serie de Telecinco puede calificarse de inoportuno, doloroso, carroñero o lo que se quiera (seguramente será todo eso, pero ya digo que es otro tema y una anécdota en medio de la tragedia); el problema importante es el dictamen de la Comisión para delimitar responsabilidades y actuar en consecuencia. Con la vida humana no se juega, y hay que saber si hubo negligencia, error o incluso mala fe. Si ha sido así, que se responda ante los tribunales. En un Estado de Derecho no hay otra. Mientras no se sepa qué y por qué sucedió puede volver a ocurrir.