La calle es de todos
Aunque los medios lo reduzcan a una mera anécdota, lo sucedido en la manifestación de Nueva York, cuando un sargento en activo de los Marines increpó a la policía que se comportaba de manera brutal contra un grupo de manifestantes, es algo que debe hacernos reflexionar. Los ejércitos y la policía están creados para defender a los ciudadanos de una país, para garantizar su seguridad y para que cuando un ciudadano vea a las fuerzas de seguridad se sienta seguro. Larga y triste en la lista de estado en los que el ejército y la policía son utilizados como látigo contra los propios ciudadanos que los mantienen con sus impuestos. Se avecinan tiempos muy difíciles en los que la única arma que le queda al ciudadano de a pie es salir a la calle y proclamar su protesta junto a otros que viven su misma situación. Si las medidas que se piensan tomar son el garrote y tente tieso habría que redefinir la palabra democracia en los países que se dicen democráticos. No es un problema de la policía o de los ejércitos, al fin y al cabo obedecen órdenes, es un asunto de los gobernantes, que no tienen el menor rubor cuando protegen a las grandes corporaciones y desamparan a los trabajadores. Espero que ahora, cuando la derecha alcance el poder democrático como parece cantado, quien asuma el ministerio del Interior no emule a aquel otro ministro que decía «la calle es mía». Pues no, como escribió el poeta Agustín Millares Sall, la calle es de la gente, el ágora, la plaza, el símbolo de la democracia.
(La foto es de la calle de Triana a medianoche, porque Triana es el paradigma del espacio público en Las Palmas de Gran Canaria)
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