La perversión de la tecnología
Las telecomunicaciones instantáneas y el desarrollo de la informática aplicada son pasos de gigante en el intercambio del conocimiento, comparables a la invención de la imprenta. Todo esto, combinado con el tratamiento de la imagen, los satélites y la curiosidad podrían convertir al hombre del siglo XXI en algo que hasta ahora sólo cabía en la mente de los novelistas de ciencia-ficción. Pero sucede que en los últimos veinte años de avances nada ha sucedido que haga que este planeta sea más justo. La tecnología punta no ha evitado el genocidio, la sangre, el odio y la violencia sin más. El racismo, la intolerancia, el hambre y el abuso siguen ahí. Esa tecnología sólo ha servido para apuntar mejor cuando son disparados los misiles que llevan en directo la muerte de su carga explosiva y en diferido con su vestimenta de materiales radiactivos. No estoy contra los avances, muy al contrario, puesto que incluso he publicado una novela en internet porque creo en los nuevos soportes. Me desgarro las vestiduras al ver cómo el ser humano es tan ignorante, porque cuando tiene en sus manos los medios más sofisticados para conseguir una vida mejor los malgasta o los utiliza para la destrucción. La Sociedad de la Información puede servir para crear un paraíso, pero también para alienar brutalmente a la Humanidad, y me temo que ha emprendido más el segundo camino que el primero.