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Día Mundial del Alzheimer

Nos parece normal que alguien diga y cuente cosas que le ocurrieron y quedaron en su memoria; consideramos una tontería recordar lo que se ha vivido, incluso una majadería cuando los abuelos nos cuentan su guerra. Pero a menudo no nos percatamos de lo importante que es la memoria; tan importante que en ella se basa la identidad de cada persona. El filósofo Emilio Lledó dice que somos nuestra memoria. Y es cierto, porque si no recordamos nuestro nombre, qué ha sido nuestra vida y no conocemos a las personas que nos rodean es como ser nada. Todo lo que somos y sabemos es memoria. Tener amnesia es terrible, pero el mecanismo de construir nuevos recuerdos funciona y se puede empezar de nuevo. Pero más terrible es que lo olvides y lo confundas todo y encima no puedas formar una nueva identidad. Quien haya vivido de cerca la devastación que supone la desaparición de la memoria de una persona puede dar fe de lo que es la destrucción total de la individualidad. Conocí a alguien a quien no le gustaba el queso, hasta el punto de que no se podía poner en la mesa donde comía porque su olor le producía náuseas; cuando enfermó, lo comía sin problemas porque se le había olvidado por completo que nunca, ni en la niñez, pudo soportar ese alimento. Y así con todo.
zzslogzheimer-2012[1].jpgEl 21 de septiembre es el Día Mundial del Alzheimer, y la pregunta que siempre nos hacemos es quién cuida al cuidador, porque estar pendiente de un enfermo así es tremendo. Y aunque técnicamente no puedan ser diagnosticadas como Alzheimer, hay otras enfermedades que hacen desparecer la memoria, y da igual cómo se llamen, porque el resultado siempre es el mismo, la destrucción de la identidad. En el siglo XXI, cuando nos hablan de gigas de memoria en el ordenador, pensemos en lo importante que es recordar algo tan básico cómo atarse los zapatos. Y curiosamente, muchos de estos enfermos, que no responden a estímulos externos, a veces responden a un abrazo (*). Pues eso, un abrazo.
(*) En cierta ocasión me crucé con un amigo, ya desgraciadamente fallecido, que iba acompañado de su hijo porque había enfermado de Alzheimer. Caminaba como un autómata y tenía la mirada perdida, fuera de la realidad. Lo saludé, le pregunté, le dije quién era yo… Nada, su mirada se perdía en el infinito y era como si yo no estuviera. Al despedirme, me acerqué a él y le di un abrazo, y de su boca pegada a mi oído pude escuchar claramente: «Me alegro de verte, Emilio». Luego volvió a perderse en la desmemoria. Solo respondía al afecto.

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La memoria de los nuestros

La gente se muere, y siempre cuesta asimilar un hecho tan brutal. Pero es intolerable mental y socialmente cuando la muerte se produce como consecuencia de la avaricia, la negligencia o el desprecio a un bien tan único como la vida. Por eso hay que seguir recordando a las víctimas del accidente de Spanair en Barajas y apoyando la lucha para que no se eche tierra sobre algo tan grave y se determinen las culpabilidades si las hubiere, caiga quien caiga.
zjkDSCN4178.JPGSe lo debemos a los muertos y también a quienes en algún momento suben a un transporte público confiados en que lo que depende de los responsables del medio ha sido revisado para garantizar la seguridad. Luego está el azar, que siempre es un imponderable, pero si el desastre se ha producido por una mala praxis humana, incluso no tendríamos que hablar de accidente, sino de otra cosa que tienen que determinar los tribunales.

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Maldad

zxFoto0365.JPGUna demostración palpable de la maldad humana es la proliferación de virus informáticos, que son generados por el puro placer de dañar, o bien para vender el antídoto a precio de oro, lo cual también es maldad, porque se inventa la enfermedad y el medicamento. No sé si los seres humanos nacen malvados o se hacen. Para Rouseau el hombre nace limpio y puro, pero luego la sociedad lo malea. Eso quiere decir que todos los seres humanos nacen inocentes, pero luego se vuelven perversos al contacto con los demás, que por lo mismo nacieron inmaculados. Es decir, si seguimos a Rouseau, la maldad surge de la relación entre los seres humanos, es como la chispa que brota por rozamiento entre dos metales que son fríos. Sin llegar a la teoría de un amigo mío, que dice que todo el mundo es malo hasta que se demuestre lo contrario, creo que hay una inclinación hacia la maldad, y si nacemos limpios o nacemos perversos es lo de menos, el caso es que de adultos hay que andarse con cuidado, porque aquí el más tonto hace relojes, digitales y con calculadora, por supuesto.