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Estética

zzxcFoto0404.JPGLa estética social cambia con las épocas. Las Tres Gracias de Rubens, el ideal de su tiempo, eran regordetas, en el Romanticismo se llevaban las tísicas, en 1900 las llenitas y en los años veinte las delgadas para bailar el charlestón. Las estética de la postguerra era la de las mujeres con curvas: Lana Turner, Carmen Sevilla, Marylin, Sofía Loren, Elizabeth Taylor, Debora Kerr, Sara Montiel o Ava Gardner, con excepciones como Lauren Bacall y Audrey Hepburn. Y no es verdad que esos cánones se persigan para gustar más a los hombres, el machismo ha sido y es mucho, pero con eso nunca pudo; las mujeres se visten y se cuidan para las mujeres y sobre todo para sí mismas. Los hombres actuales han aprendido de ellas, van al gimnasio y se visten bien para impresionar en la vida y en los negocios, y dicen que para gustarse más a sí mismos. En la atracción tampoco funciona; si dos personas se atraen, poco importa la talla del pantalón, o si el vestido es de Zara o de Valentino. Eso sí, mejor con cremallera… No es por nada…

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Portugal, un país admirable

En estos días se habla mucho de Portugal por el eniversario del 25 de abril de 1974, cuando se produjo la Revolución de los Claveles que acabó con la dictadura que asolaba ese país desde 1926. En España, siempre se ha mirado a Portugal por encima dle hombro, cayendo en el mismo agravio que achacamos a Francia con respecto a nosotros. ztzs+claveles+1974[1].JPGPero Portugal, un gran país que también fue un poderoso imperio, puede darnos muchas lecciones en casi todo. Para empezar, aquella dictadura salazarista fue derribada por lo militares sin disparar un solo tiro, que si los comparamos con nuestro ejército se nos cae la cara de vergüenza, puesto que aquí era quien sostenía la dictadura. Luego construyeron una democracia, y aunque hoy Portugal sea un país rescatado (sufrió también el engaño y el espejismo de una UE igualitaria, y un euro que finalmente es un marco alemán disfrazado), tiene conciencia de su situación, un paro del 16% frente al 27% español y el 34% canario, y unas instituciones que actúan frente a la voracidad bancaria o contra los ajustes abusivos. El Tribunal Constitucional portugués echó abajo los últimos ajustes del Gobierno por inhumanos, y lo hizo en pocos meses. Aquí, si es que alguna vez nuestro TC llega a pronunciarse sobre los recursos presentados, será en ocho o diez años, lo que indica que la justicia portuguesa es mucho más ágil que la española. Y ahora están en la calle. De manera que, en lugar de menorpreciar a Portugal debiéramos mirarlo como estímulo y, sobre todo, unirnos con él y con todo el sur para acabar con esta dictadura económica. Así que Portugal es mucho más que la memoria romántica de un fusil con un clavel en la bocacha del cañón (*).
(*) No sé si el dato es cierto, pero entonces se dijo que los soldados salieron a la calle con las armas descargadas, no llevaban una sola bala encima.

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Un traidor y mil valientes

zzzFoto0589.JPGEn la hermosa canción Adagio a mi país, el cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa escribió una sentencia demoledora: «Dice mi padre que un solo traidor vale por mil valientes». Busco en la actualidad y no encuentro a los mil valientes por ninguna parte, más bien diría que hay mil traidores, y los valientes están fuera de combate. Y es razonable que quien ha sido aplastado por un sistema de una crueldad infinita esté inerme, porque carece de capacidad de respuesta. Ellos, los traidores, tienen en sus manos todos los mecanismos del poder, desde las leyes al dinero, y se dejan manejar como marionetas en un juego virtual que está fuera de la realidad y solo está encaminado a mantener sus privilegios y los de sus amos, los dueños del mundo. Europa, el FMI y el BCE culpan a los gandules del sur, el gobierno central se queja de lo inflexible que es Bruselas y culpa a las autonomías por su derroche, y Paulino se queja de las restricciones estatales, reparte mal lo poco que hay y encima culpa también a los inmigrantes que nos quitan los puestos de trabajo. En resumidas cuentas, si un solo traidor vale por mil valientes, qué nos espera cuando los traidores se cuentan por miles. Lo más irónico es que los hemos elegido nosotros, pero no por ello dejan de ser traidores.