Publicado el

No nos sentimos seguros

Dicen que hemos perdido mucho en seguridad, y es cierto, porque sólo hace falta mirar cualquier medio para darse cuenta de que el mundo parece a punto de reventar como una aguaviva. No hay espacio en este post para enumerar las docenas de conflictos que hay activos en el planeta, siempre son evocados los felices años sesenta del siglo pasado, que sin duda fueron los mejores de toda la historia en el mundo desarrollado.
DSCN1987.JPGEntonces nos sentíamos seguros, pero no olvidemos que hubo hambrunas en Biafra, que la gente se mataba en Pakistán y Bangla Desh, que Oriente Medio era un polvorín o que América Latina era sinónimo de opresión, con un golpe de estado cada diez minutos (en Bolivia, en 1967, hubo 5 golpes de estado en 6 meses).
Pero en nuestro entorno inmediato nos sentíamos seguros. Cogías una mochila, te subían en un barco hasta Cádiz y luego llegabas a Munich en auto-stop. Hoy nadie se arriesga, ni el de la mochila ni el del coche, porque nadie se fía de nadie. Pero el mundo era muy injusto también entonces, y creo que en lugar de avanzar hemos retrocedido.

Publicado el

En la semana del Orgullo Gay

Lo más suave que han dicho de él es que es diferente, afeminado, invertido, rarito… Y entre afeminado y rarito, hay un punto intermedio que es el amanerado. Desde la escuela hasta la mili lo han llamado finito, suavecito, azafranado, flojito, mariposón, melocotón en almíbar, pan de miel, bombón de licor, mermelada de frambuesa, pastel de crema, dulcito, azucarado, almibarado (con tanta glucosa, se diría que hablan de diabéticos, no de gays).
v8b.JPGBujeta, bujarra y bujarrón equivalen a mariquita, marica y maricón, pero con más rabia. Los llaman reinona o costurera y otros usan palabras criminalizadoras, como enfermo, en el sentido de que debe ser un psicópata comparable a Jack el Destripador, una especie de asesino en serie que mata con sólo mirar. Que exista ya es delito.
Hay otras expresiones, unas irónicas, otras burlescas y la mayoría humillantes: padece de lo suyo, hay más merengue que bizcocho, tiene más conchas que un galápago, la fruta está abichada, es más maricón que un palomo cojo, es de la acera de enfrente, abre para afuera como las puertas de los taxis, lleva el semáforo en ámbar, va pidiendo práctico como el Queen Mary, enrosca al revés como las bombonas de butano, entiende, es del ambiente, tiene pluma, es de la cáscara amarga, le patina el embrague, tiene los muelles flojos, pierde aceite…
Si hablamos de las lesbianas, el camino es más largo, doble discriminación.
Y todavía hay quien se pregunta por qué hay que seguir reivindicando la libertad sexual efectiva, o actos como el desfile del Día del Orgullo Gay.

Publicado el

Cambio del modelo productivo ¡Eureka!

Si exceptuamos a Julio César, Cicerón, Castelar y alguno más, la política ha sido siempre más acción que palabras. No fue Napoleón un orador fino, y a Churchill le han arreglado su famosa frase para que hoy suene falsamente «Sangre, sudor y lágrimas». Hoy, los políticos han de ser elocuentes, mediáticos y a ser posible bien parecidos.
17.JPGTienen unas muletillas, unos lugares comunes y unas frases sonoras pero insustanciales que pregonan a los cuatro vientos. Pero luego las acciones no se corresponden con las palabras, si es que estas significan algo. Estoy hasta el gorro de escuchar a la oposición decir que hay que tomar medidas para afrontar la crisis (no dice cuáles), y los distintos líderes aventan tonterías mientras tratan de arrimar la brasa a su sardina.
La perra gorda se le lleva la expresión «cambio del modelo productivo«, que dicen que es una necesidad pero no veo que se hagan movimientos en esa línea. La verdad es que la frase es aparente, suena como una sinfonía, casi tan bien como «Alianza de civilizaciones» » Geometría parlamentaria» o «Una Europa con futuro». Y es como descubrir el Mediterráneo y dárselas de piquitos de oro, porque desde que tengo uso de razón los viejos campesinos del lugar han dicho que no es bueno poner todos los huevos en el mismo cesto, y lo aplicaban hace veinte o treinta años al crecimiento brutal del turismo y la construcción, mientras se abandonaba la agricultura, se entregaba la pesca y se ignoraba hasta la más pequeña industria, como la conservera de alimentación. Está claro que no hacía falta ser adivino para saber que tarde o temprano este tipo de economía nos estallaría en la cara.
Luego, los economistas dijeron que había que «diversificar el riesgo», y ahora por lo visto se denomina «cambio del modelo productivo» a lo de los huevos de los campesinos. Manda cestos. Pitagorines.