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La violencia machista que no cesa

Yo no sé en qué idioma hay que decir que nadie es dueño de nadie, que un hombre no puede disponer de la vida de una mujer simplemente porque él lo diga, que somos seres libres que nos relacionamos o rompemos relaciones con quien nos da la gana, que… Lo hemos dicho mil veces pero la violencia machista no cesa.
violencia.JPGHabrá discusiones y meteduras de pata, declaraciones equívocas y malas interpretaciones, pero los números son terribles y no admiten discusión. En esta semana que ahora cerramos ha habido en Canarias dos agresiones graves a mujeres por parte de sus parejas o ex-parejas. Es como un soniquete que se nos ha vuelto cotidiano y que tenemos que buscar entre todos la forma de detener.
Muchos varones pensamos que hacemos lo suficiente, pero creo que no, que no deberíamos siquiera tolerar la presencia de otro hombre que ponga en tela de juicio la libertad de la mujer para decidir. Los hombres tenemos que reaccionar como colectivo contra esos otros hombres que se comportan como homínidos resucitados del Paleolítico. Es que con el silencio también se es cómplice.

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Colesterol sí, no, quién sabe…

Mi abuela tenía el colesterol muy alto, pero tenía unas costumbres alimenticias que cumplía aunque en ello le fuera la vida. El médico le decía:
«Señora mía, tiene usted que bajar ese colesterol, y para ello olvídese del pescado azul, que es muy dañino, deje de comer sardinas, caballas y longorones. Tiene usted que tomar pescadito blanco, lubina, gallo y cosas así. Tiene que dejar de chorrear las papas sancochadas y las rebanadas de pan con aceite de oliva, ¡es veneno de lo grasienta que es! Y ni se le ocurra comer jamón serrano, y mucho menos ese que llaman ibérico de bellota. Y deje de tomar nueces, que son pura grasa. Comiendo esas cosas terribles está usted viviendo con permiso del enterrador».
vv92.JPGPero mi abuela tenía firmes convicciones, y en asuntos alimenticios era fundamentalista: Que nadie le tocase su lata mensual de aceite de oliva de cinco litros, su paletilla de Salamanca, sus caballas asadas y sus majados de nueces diarias. Las nuevas investigaciones dietéticas determinaron que los «Omega 3» (que no sabemos qué son pero por lo visto son muy saludables) abundan justo en los alimentos que el médico prohibía a mi abuela y ella se empeñaba en consumir diariamente.
Murió la buena señora de años y vida, siempre con el colesterol alto. Si entonces, aún en contra de la voluntad del médico, tomaba justamente lo ahora resulta que es beneficioso, la pregunta que me asalta es: ¿por qué demonios le subía el colesterol a mi abuela, si tomaba preferentemente y a espuertas los alimentos que ahora dicen que lo bajan? ¿Será verdad que lo bajan o dentro de unos años nos dirán otra cosa?

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Cada vez más dependientes

En los años setenta, cuando los ordenadores eran cosa de grandes empresas y funcionaban con abultadas bobinas de papel perforado, se montó una buena carajera cuando el ordenador de una compañía aérea se estropeó, y hubo un caos estimable en los aeropuertos.
energia.JPGHoy, la informática está hasta en la sopa, si usted lee esto es gracias a la informática, y un fallo sería tremendo para cualquier ámbito de nuestra vida cotidiana. Y sucede que, además, la informática y otros artilugios de los que nos valemos, funcionan con electricidad, es decir, dependen de la energía, que puede tener su origen en el viento, en el sol o en el petróleo. Eso nos hace muy dependientes, y en Canarias encima buena parte del agua que usamos también depende de la energía que se consume en las potabilizadoras.
Pero es que nos afecta en cosas mucho más personales. Hace unos días hice una compra de varios productos, intenté pagar con tarjeta y no era posible porque había una avería en la línea suministradora de energía de aquel lado de la tienda y no funcionaba el datáfono. Dije que pagaría en efectivo, y como tampoco funcionaba el ordenador que automatizaba el descuento que se ofertaba, la chica se armó un pifostio de cuentas, porcentajes, sumas y restas y no se aclaraba, porque cada vez el resultado era distinto. Después de mucho bregar pagué, pero me di cuenta de que somos tan dependientes de la energía, las máquinas y las automatizaciones, que a estas alturas se arma un lío cuando hay que sacar un simple porcentaje.